Joyas del Románico II: Monasterio de Suso, siglos VI al XI (San Millán de la Cogolla. La Rioja, España).

El valle de San Millán de la Cogolla y del Monasterio de Yuso,  desde el Monasterio de arriba o Suso. 

Una carretera tranquila y serpenteante me lleva desde Santo Domingo de la Calzada a San Millán de la Cogolla. Disfruto de un precioso paisaje mientras paso por el pintoresco pueblo de Berceo, donde también vivió Gonzalo de Berceo, el primer poeta en lengua castellana conocido, que fue monje en Suso. Y, de repente, contemplo el precioso valle de San Milán con esas montañas al fondo, que parecen Cogollos, y, de inmediato, veo la inmensa mole del Monasterio de Yuso (o “abajo” en castellano antiguo). Pero, a la derecha, arriba en la montaña, puedo atisbar el Monasterio de Suso (o “arriba” en lengua castellana del siglo VI). Mientras estoy viendo Yuso, que su románico fue sustituido por un bello edificio del siglo XVI, lleno de elementos renacentistas y barrocos, muchas veces pienso en como será el pequeño, pero enigmático monasterio de arriba.

Tablas de San Millán, copia situada en el muro norte de Suso, las puertas de un tríptico que ilustraba la vida de San Millán, sus clásicos milagros y exorcismos, y lo que es más curioso, pasajes de los evangelios apócrifos.

Suso es uno de los monasterios más importantes de España, y de Europa. Su origen, y posterior fama de santidad se debe a su fundador el ermitaño Aemilianus (Emiliano, luego San Millán), un pastor natural del cercano pueblo de Berceo. Emiliano, a principios del siglo VI, momento de esplendor de de la vida ascética en el occidente de Europa, decide salir de Berceo e ir a vivir a unas cuevas naturales de una montaña cercana. Y empieza a vivir como un anacoreta, dejando toda su vida atrás, se convierte en ejemplo para otros. Emiliano y su forma de vida hace muchos otros ermitaños lleguen a esas cuevas de la montaña para vivir como él. Sus discípulos fueron creciendo lo que provocó que las cuevas se queden pequeñas y se convirtieron en un Cenobio dúplice, que surge alrededor de las primitivas cuevas. 

Gran arco mozárabe de herradura de entrada con las dobles jamas con capiteles de alabastro, ya la entrada nos da una idea de la magia del lugar.

Ese es el origen, en el siglo VI, del monasterio, que Emiliano no puedo ver, al morir en 574, con 101 años de edad. Su gloria sería eterna, y fue enterrado en su cueva, y entorno a ella se construyó en Monasterio. Desde ese instante, Suso se convirtió en uno de nuestros principales lugares de culto y peregrinación, hasta el punto de que después de su santificación en 1030, San Millán fue nombrado copatrón de España. De su vida se conocen muchos pasajes, porque fue escrita en el 635 en latín por San Braulio, el obispo de Zaragoza, y por la Historia del Señor San Millán de Gonzalo de Berceo, escrita en lengua romance o castellano primitivo. 

Vista de la Cueva de Emiliano, con una estatua del ermitaño que recuerda el lugar donde descansaban sus restos. 

Emiliano, es el más célebre de los santos visigodos, su gran fama se debe a constante presencia en la imaginería e iconografía popular, a sus milagros y leyendas, como la manía que tenía de aparecer siempre en las batallas de cristianos contra musulmanes. Desde que se convirtió San Millán, se olvidó la figura real de Emiliano, un eremita pobre y santo. Pastor e hijo de pastores, su maestreo fue el ermitaño Félix, que vivía en la montaña de Bilibio, cerca de la localidad riojana de Haro. Luego se retira a los llamados Montes Distericos, donde pasa unos 45 años como un anacoreta solitario. Según Gonzalo de Berceo, “confesor tan precioso no nació en España”. Pero es reclamando por su obispo Dídimo de Tarazona, para hacerse cargo de la parroquia de Santa Eualalia en Berceo, su pueblo natal. Pero tuvo muchos problemas, siendo acusado de malversar dinero por sus parroquianos y fue reprendido por el obispo. Ante eso decide volver a la soledad el ermitaño, y se retira la valle de Suso, donde termina su vida. 

Los tres arcos de herradura mozárabes y uno de los curiosos ábsides al fondo. 

Su fama crece y pronto se forma una comunidad de hermanos y hermanas, que forman tras la muerte de Emiliano el gran monasterio de San Millán de la Cogolla. En su vida en las cuevas de Suso, Emiliano era consultado y visitado, y en muerte fue venerada su tumba en Suso, hasta que en 1076 sus restos son trasladados a la nueva Iglesia de Yuso o de abajo, y los restos de San Millán reposaron allí desde entonces. Los restos fueron objeto de constante veneración y peregrinación al atribuírsele gran cantidad de milagros.

Detalle de algunas de las escenas en marfil, con los ojos destacados con azabache, del Arca de San Millán, a la izquierda le vemos practicando un exorcismo. 

La devoción a San Millán se extendió por toda España, siendo especialmente importante en La Rioja y Navarra, donde era invocado en las batallas como Santiago en Castilla. El conde Fernán González era muy devoto de él. Tras la batalla de Simancas, en el año 923, en la que San Millán aparece en defensa de los cristianos, es nombrado patrón de Castilla. Sus restos descansan en un arca preciosa, que pude ver, decorada con un conjunto de imagines en relieve de marfil, que ilustran los episodios más importantes de la vida de Emiliano, sobre todo se le representa haciendo exorcismos, por lo visto, era una de sus dedicaciones principales. Dicha arca fue colocada sobre el altar de la nueva iglesia de Yuso el 26 de septiembre de 1067, reinando Sancho IV. El Arca de San Millán es una excepcional obra maestra del arte eborario románico del siglo XI, realizada entre 1067 y 1076.

Suso desde el exterior, nada hace pensar la magia y el misterio de su interior.

Alrededor, de la tumba, la celda de Emiliano y las cuevas de los eremitas discípulos de San Millán, se construye un monasterio, que es una joya, en la que podemos ver los diferentes estilos arquitectónicos que se fueron superponiendo entre los siglos VI al XI: el visigótico, el mozárabe y el románico. Desde el primitivo cenobio, entorno a las cuevas, visigótico surge una pequeña iglesia, que desde fuera me llama su atención su tejado a dos aguas con gran voladizo soportado por magníficos modillones, algunos de ellos originales, y, en la parte más alta, existe una torrecilla con una ventana en cada lado. 

Entrada o Portaliello, donde vemos los sepulcros de los Siete descabezados infantes de Lara, su ayo Nuño, y las tres reinas Navarras, antes de entrar ya constatamos que estamos ante un lugar mistérico y desconcertante.

Al acceder, por el pórtico de entrada, me quedé muy sorprendido al ver, en el Portaliello de entrada, los sepulcros pétreos de los siete infantes de Lara, y su ayo Nuño, y, nada menos que tres reinas de Navarra: Tota, Jimena y Elvira. Y esos tres sepulcros, son paleocristianos, siendo borrados sus motivos paganos. Y curiosamente, los siete infantes están enterrados sin cabeza, fueron decapitados, y sus cabezas descansan en la iglesia de Salas de los Infantes. En ese momento, miro a la derecha y me sorprende la bella puerta de herradura de acceso, sobre todo en que su arco de herradura, descansa en tres columnas en cada jamba, sobre ellas preciosos capitales de alabastro de estilo califal. Decorados con gran finura con motivos vegetales, geométricos y, encima de ellos, animales, lo que parece un carnero. 

Preciosa vista de los capitales de alabastro de estilo califal, yo veo un carnero en el de la izquierda (arriba),

Vista de los arcos mozárabes de herradura desde atrás, en la otra nave.

Me dispongo a entrar en la pequeña iglesia/monasterio, y veo tres maravillosos arcos de herradura, que corresponde al primitivo monasterio mozárabe. Estoy dentro de una desconcertante estructura, una basílica de dos naves y dos ábsides, algo tan asombroso como extraño. Naves separadas por los arcos de herradura mozárabes y de medio punto románico. Detrás de los arcos mozárabes veo tres extrañas aberturas de forma irregular, que conectan la pequeña basílica con las cuevas que son el origen del monasterio. 

Sepulcros apiñados de discípulos cerca de la tumba y cueva de San Millán.

En ellas se pueden ver sepulcros apiñados y superpuestos de los seguidores y discípulos, que quisieron ser enterados próximos sepulcro del santo. En el Siglo VI, estaban los restos de Emiliano en la cueva central, que era el Oratorio, hasta el año 1030 en el que Sancho III el Mayor y su mujer Muniadonna, con asistencia de los obispos de Pamplona, de Oca, de Alava y de Huesca, hicieron levantamiento solemne de las reliquias. De modo que, en el siglo XII se construye el cenotafio románico actual del santo, que está hecho de alabastro oscuro casi negro, en el que veo representado a San Millán yacente con ropas sacerdotales visigóticas. El cenotafio se apoya en un soporte con seis mensulas. Se le considera de una época tardo-románica o proto-gótica., según muchos investigadores, estamos ante el altar más antiguo de España. 

Al fondo, vemos los dos arcos románicos de medio punto de la ampliación del siglo XI.

Estoy dentro de un extraño lugar de culto, que combina la arquitectura cristiana desde el siglo VI al XI, en la parte norte existen tres arcos de los cuales sólo el central es románico. Ademas veo dos ábsides, uno de traza mozárabe, con arco de herradura, y otro con arco de medio punto románico, pienso en pura arquitectura. Los ábsides están comunicados entre si, mediante seis arcos de herradura de diferentes formas, la unión del visigótico y el mozárabe. Ambos ábsides están coronados por unas inéditas, para mi, bóvedas esquifadas, al estilo de las de la Ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga. Y alzo la mirada y veo que existen cuevas en la planta superior, a la que actualmente se accede por una escalera situada en el costado norte del final de las naves. 

Uno de los ábsides con sus bóvedas esquifadas, puro primitivismo mozárabe.

La inusual estructura cuenta con dos naves construidas en fases arquitectónicas diferentes: La nave oriental es la mas antigua con un muro central y tres arcos de herradura, sobre maravillosas columnas con impostas y altos cimacios. Una gozada, no se suele ver mozárabe tan bueno casi nunca. Encima, otro nivel formado por seis arcos de mucho menor tamaño, pudo existir una segunda planta, yo creo que si. 

Otra vista de los ábsides.

En la nave occidental tenemos dos arcos de medio punto, sobre columnas más finas y con capitales románicos, y la, no menos románica, bóveda de cañón, pero románico de verdad, del siglo X-XI. Además en todo el conjunto veo restos de muros desaparecidos, señales de incendios, reutilización de materiales, al típico a lo largo de unos 15 siglos. Aún así es lo más sugerente y, verdaderamente ,primitivo que he visto, en cuanto a mozárabe y románico. 

Imagen con dos arcos de herradura y dos arcos de medio punto, la superposición del mozárabe
y el románico. 

En resumen, la extraña estructura de Suso obedece a cuatro fases constructivas. Primero hubo un edificio inicial, premozárabe, del que sólo queda parte del muro oriental de los ábsides. Luego hubo una iglesia mozárabe del Siglo X, que tendría sólo una nave con cubierta a dos alturas. De la que no queda mucho, al ser afectado Suso por la ocupación de la zona por las tropas de Almanzor en el año 1002. Almanzor, jefe militar poderoso de Al-Andalus, que quemó esa primitiva iglesia y la saqueó. 

Entrada a uno de los curiosos ábsides, con un genial arco de herradura. 

De modo que, tenemos una segunda iglesia mozárabe, de las que tenemos los tres grandes arcos de herradura sobre cimacios, y en la reconstrucción se crea una nueva basílica de dos naves, que es en la que me encuentro. Finalmente, se hizo una ampliación románica en el siglo XI, de la tenemos el último tramo de las dos naves con arcos de medio punto, con un coro alto en el último tramo. 

Magnifica foto de la parte mozárabe de Suso, en la columna del último arco de herradura vemos un reliquiario de azulejos, donde había reliquias de Emiliano. 

San Millán de Suso, tiene un gran relevancia cultural para España y su castellano, bajo la protección de los reyes de Navarra y los condes de Castilla, desde el siglo IX-X surge un importante Scriptorium, sus monjes van a trabajar en la traducción y creación de grandes manuscritos y códices. De dicho Scriptorium van a salir algunas de las obras más notables de la Edad Media española, y más antiguas, como: el Códice Emilianense de los Concilios (992), la Biblia de Quiso (664) o una copia del Apocalipsis, de Beato de Liébana (siglo VIII), lo que le hace ser uno de los principales escritorios, o el más notable, de la Edad Media española. Y lo que hace de Suso y Yuso, aún más relevantes, y por lo que ambos fueran declarados en 1997 por la UNESCO, bienes Mundiales, Patrimonio de la Humanidad

Vista de los arcos mozárabes y los cimacios sobre los que se levantan.

Es que en el scriptorium de Suso van a trabajar los primeros monjes, que hacen surgir la primitiva y más antigua manifestación escrita de la Lengua Española. De la mano experta de esos monjes, en el siglo IX, surgen los primeros testimonios escritos de romance español, y también en euskera, en las famosísimas Glosas emilianenses, manuscrito hecho en Suso en el año 964, también llamado Códice Emilianense S.46, diccionario-enciclopedia en latín, aparecen las primeras palabras en la lengua romance, que daría origen al castellano. Los originales están custodiados en Madrid, en al Real Academia de la Historia, yo sólo pude ver una copia del original, y pude comprobar que San Millán de la Cogolla es la cuna del Castellano. 

Copia de las Glosas Emilianenses de San Millán de la Cogolla.

Las Glosas no eran otra cosa que anotaciones en el margen de los códices en latín, unas aclaraciones que se hacían en lengua romance, o la propia lengua que hablase el monje, por ello, es muy probable que uno de los que hicieron las Glosas fuera de origen vasco y trabajara en Suso, como traductor., por ello las glosas en euskera antiguo. Además, Gonzalo de Berceo, primer escritor en castellano, perteneciente al Mester de Juglaría, escribe en este monasterio utilizando la cuaderna vía como esquema versificatorio, en su Historia del Señor San Millán, que se convierte en uno de los primeros libros escritos en castellano de nuestra historia. Por todo ello, en Yuso, por su mayor tamaño, se encuentra el Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española (Cilengua). En definitiva, un lugar imperdible y una visita obligada para todo amante de la arquitectura, de la Edad Media, del románico y la literatura española. Yo desearía haber estado más de un día en el valle de San Millán, lo tiene todo, y me dejo tan enamorado como desconcertado. 

Monasterio de Yuso.

Fuentes bibliográficas y enlaces:  

Espectacular video en 3D de Yuso y Suso de La Rioja Turismo: 

Fotografías:
Pedro González Miguel.

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