Maravillas del Mundo Antiguo XIX: El Ara Pacis Augustae.

Vista del poema propagandístico y visual dedicado a Augusto que supone el Ara Pacis.
En el año 26 a.C. Octavio, ya como Augusto y Principe, concluye de forma personal las conquistas de Galia e Hispania, llevando a Roma su momento de mayor esplendor, prosperidad y paz. La llamada Pax Augustae, el Principado de Augusto había traído una costosa pero efectiva paz, logrando el periodo de más estabilidad y desarrollo del Imperio. El año 2014 ha sido el año de Augusto, se cumplían 2000 años de su muerte (ya le dedicaré un Personajes de la Historia). Sin embargo, hay que comentar que Octavio llegó al poder en el transcurso de una guerra civil, que había debilitado a Roma. Primero triunfa en la guerra y luego en la paz, logrando ese periodo estabilidad política y social de Roma, que domina con soltura todo el Mediterráneo. De esta forma, en el año 13 a.C. el Senado de Roma acuerda levantar un monumento dedicado a esa Paz de Augusto y conmemorar sus exitosas conquistas de Galia e Hispania. Y decide erigirlo en el Campo de Marte (dios de la Guerra), guerra y paz se unen en el bifronte Augusto, uno de los grandes gobernantes de la Historia. El Campo de Marte se situaba extramuros, zona no del todo urbanizada con un templo dedicado a Marte y donde se hacían ceremonias tras las batallas de Roma. Primero se levanta un altar provisional en el llamada Vía Flaminia que atravesaba el Campo de Marte desde el norte, luego en el año 9 a.C. se alzó el altar definitivo de mármol. 

Estatua de Augusto de Prima Porta, 20 d.C.
El Ara Pacis Augustae, o “Altar de la paz de Augusto”, esa denominación viene de Cayo Octavio Turino que fue nombrado Augusto (viene de augeo que significa crecer), era una forma de divinizarlo, al ser un apelativo de los dioses. Por lo tanto, la paz y prosperidad de su reinado eran también Augustas, y el magnífico Ara Pacis simboliza esa paz y esplendor estable del gobierno de Augusto. En el 9 a.C. se inauguró este monumento conmemorativo, junto a él se construyó un espléndido reloj solar (horologium) que contenía un magnifico obelisco de Heliopolis (Egipto), que hacia las veces de estilo o gnomon del reloj solar. Debía ser todo un espectáculo, ya que estaba pensado para que el 23 de septiembre, día del cumpleaños de Augusto, su sombra apuntase directamente al Ara Pacis. En la célebre autobiografía de Augusto, la Res Gestae Divi Augusti, el mismo explica el motivo por el que se levanta este magnífico monumento. “Tras regresar a Roma, procedente de mis exitosas campañas en Hispania y la Galia, durante el consulado de Tito Nerón y de Publio Quintilio, el Senado decidió la consagración de un Altar de la Paz Augusta junto al Campo de Marte con motivo de mi regreso, y ordenó que allí los sacerdotes y las vírgenes vestales celebraran un sacrificio anual”.

Vista de la entrada este de Ara Pacis, con el relieve magnífico de la Diosa Italia.
El Ara Pacis es lo que se llamaba un templo temporal menor o minus (normalmente en madera) trasformado en permanente a base de mármol. Lo que solía ser una empalizada de madera se convierte en un muro de mármol, de 11 metros por 11 metros, levantado sobre un alto podium, dos dos puertas (este y oeste) a las que se accede por una escalinata. Un monumento espléndido que trata de convertir en eterno el legado de Augusto, ejemplificando las célebres palabras de Augusto de las que se hace eco el historiador Suetonio “... Encontré Roma como una ciudad de ladrillo y la dejé de mármol”. Esto es, el Ara Pacis representa la época de mayor esplendor político, social y artístico de Roma, por su mármol y sus gloriosos relieves de exterior, que cuando fue construido eran una explosión de color, como todo el arte romano. 

Detalle del delicado bajorrelieve vegetal de friso inferior, aún sin el colorido original es impresionante.
Recientes investigaciones, presentadas en la Conferencia Internacional “Colores de Augusto” celebrada en 2014, confirman lo esperado, que el Ara Pacis, en el momento de ser inaugurado, contaba con un extraordinaria policromía que sublimaba aún más belleza de sus bajorrelieves. Un magnífico y novedoso estudio creando un modelo virtual basado en los escasos restos de pintura de sus mármoles, que fueron observados mediante rayos UVA. El modelo nos muestra esa típica explosión de color romana, como demuestra Pompeya, en los rojos, los púrpura de las vestimentas de los personajes de la Procesión. El magnífico colorido del friso vegetal inferior con una vegetación que surge de flores de acanto, con múltiples tonos de verde, el rojo de las rosas, el blanco del loto egipcio o de los cisnes alados, una auténtica maravilla visual. 

Procesión Sacerdotal de los Flamines en el muro sur, de clara inspiración en Fidias.
Y también, como todo el arte romano está muy influido por la Grecia Clásica. De modo que, los relieves de los muros norte y sur representan, a modo de Procesión de las Panateneas de Fidias en el Partenón, una Procesión sacerdotal de los llamados Flamines junto con la familia imperial, aludiendo, sin duda, al día de su consagración como templo. Celebrando ese sacrificio anual antes mencionado, de esta forma, aparecen seis vestales de Roma, junto a un Flamen o sacerdote y junto a Augusto como Pontífice Máximo. En el muro norte se representa a dos bueyes y un carneo llevados al altar de sacrificio por los doce victimarii, que eran los responsables de hacer los sacrificios de animales. El puesto de victimarii era un gran honor y requería grandes destrezas y pulcritud, los instrumentos utilizados para los sacrificios también aparecen en los relieves. 

Vista frontal de entrada oeste del Ara Pacis, flanqueada por los relieves de Eneas y de Romulo y Remo.
Los relieves situados flanqueando las entradas de los muros oeste está dedicado al origen mítico de Roma y a la magnificencia de Augusto, apaciguador de Roma y sucesor del legendario Eneas (ver Grandes Mitos de la Antigüedad VI) en cuyo linaje reside el origen de Roma. Estos muros están basados en la Eneida de Virgilio y las obras del gran historiador romano Tito Livio, utilizados para escenificar la fundación de Roma. 

Detalle del relieve de Eneas.
A la derecha de la puerta oeste o delantera se representa el mencionado Eneas, en su senectud divinizado y ataviado como un dios con el mítico manto enrollado a la cintura. Eneas está realizando un sacrificio a los dioses Penates, que eran los dioses domésticos de los romanos, ayudado por dos jóvenes, los denominados “camilli”. Obviamente, estamos ante una contraposición entre el pasado, el anciano Eneas, y el futuro, los jóvenes, que se puede extrapolar a Augusto. Es importante señalar que es Augusto el que encarga a Virgilio la Eneida, por eso cuando Eneas en el Hades contempla las futuras glorias de Roma se menciona a Augusto César “de divino origen, que fundará de nuevo la edad de oro en los campos del Lacio”. Estamos ante una obra total de propaganda que vanagloria a Augusto y su familia, uniendo el destino de la Dinastía Julia con el linaje de Eneas. La Eneida y el Ara Pacis proyectan al idea de que Augusto es el nuevo Eneas, en el Altar aparece representado igual que el superviviente de Troya, con el manto enrollado a la cintura y el hombro derecho desnudo, esto es divinizado, y además con un velo en la cabeza como nuevo Pontífice Máximo. 

Detalle del bajorrelieve de Romulo y Remo con la Loba Capitolina, y debajo el maravilloso friso vegetal.
A la izquierda de la entrada oeste encontramos la escenificación de la otra parte del mito de la Fundación de Roma. Esto es, Romulo y Remo (descendientes de Eneas) siendo amamantados por la Loba Capitolina bajo la higuera ruminal, donde los hermanos fueron abandonados por su tío Amulio. El dios Marte, padre de Romulo y Remo, armado contempla la escena, en el momento en el que mítico pastor Fáustulo encuentra a los hermanos. 

Relieve de la Diosa Italia o Tellus, sublime apoteosis de la fertilidad.
En la fachada este se representa el presente, esa nueva fase de paz y prosperidad inaugurada por Augusto. Unos relieves que están peor conservados, el que mejor nos ha llegado representa a diosa Italia (madre tierra o Tellus) acompañada de diversos símbolos de fertilidad (frutos y animales). En sus manos aparecen dos niños, o los nietos de Augusto (Cayo y Lucio) o Romulo y Remo, uno de ellos acerca su boca a la diosa como queriendo mamar. Gran escena de la fertilidad, de la prosperidad y felicidad que da el crecimiento fértil de la tierra y los seres que la habitan. 

Mausoleo de Octavio Augusto, estado actual en el Campo de Marte.
Desde el III d.C., con la crisis del imperio, el sublime Ara Pacis fue cayendo en el olvido, tristemente fue poco a poco sepultado por los sedimentos de las crecidas del río Tiber y los constantes cambios urbanísticos del campo de Marte. No es hasta el siglo XX cuando se rescata de forma casual, como tantos otros hallazgos, en las obras de consolidación del Palacio renacentista Fiano-Almagià. Al apuntalar sus cimientos aparece la estructura de mármol del Ara Pacis. Consecuentemente, es rescatado y excavado y, finalmente, será en tiempos de Mussolini cuando se termina la excavación y restauración del Ara Pacis. En 1937 se coloca junto al Mausoleo de Augusto, también en el campo de Marte, y es inaugurado en 1938 coincidiendo con los 2000 años del nacimiento del emperador de la paz Augusta. En definitiva, el Ara Pacis Augustae es toda una maravilla creada como un canto o poema visual, el poema escrito sería la Eneida, para convertir en eterno el legado de Augusto. Que no es otro que esa Pax Augustae como germen del mayor Imperio de la Historia de la Humanidad. Al igual que los templos de Abu Simbel o el Partenón de Atenas, la propaganda política nos vuelve a legar otra maravilla y joya imperecedera de la humanidad, el Ara Pacis una delicia visual para contemplar eternamente. 

Bibliografía: 
P. Zanker. Augusto y el poder de la imágenes. Alianza, 2005. 
Virgilio. La Eneida. Alianza, Madrid, 2004. 
G. Bravo y J. Mangas. Roma. Vicens Vives, Barcelona 1998. 
F. García Jurado. El Ara Pacis de Augusto. Historia de National Geographic nº 135.

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