Maravillas del Mundo Antiguo X: Pérgamo, la gran ciudadela del Helenismo.


Pérgamo fue una de las grandes ciudades de la Antigüedad, en el siglo II a. C. era un floreciente y esplendoroso centro de Helenismo en el Mediterráneo. Los orígenes de Pérgamo, como los de tantas ciudades del Mundo Antiguo, están enlazados de forma intencionada con la mitología. Pérgamo se situó en una tremenda elevación de 900 metros de altura, a 28 kilómetros del mar Egeo, a la derecha del río Caico, lugar prominente desde el que se dominaba una gran llanura. 

Mapa de Asia Menor con la localización de Pérgamo.
Un lugar relacionado con el mito del héroe griego Télefo, ya que fue donde encalló la caja que le transportaba junto a su madre Auge. Hija del rey Aleo de Tegea, que recibió un funesto vaticinio del oráculo de que su nieto le mataría y le arrebataría el trono. Para evitar la predicción consagró a su hija como sacerdotisa a la diosa Atenea y le prohibió desposarse. Pero un Heracles ebrio la violó, dando a luz a su hijo, Télefo. Los temores de Aleo hicieron que cogiera a la madre y al hijo y los tirara al mar encerrados en un cofre de madera. Una caja que gracias a la ayuda de Atenea llegó sana y salva a la desembocadura del río Caico en Asia Menor. Allí el rey de los misios, Teutrante, se desposo con Auge y convirtió en su heredero a Télefo. 

Busto de Atalo I.
La adopción de este mito es reflejo del interés de Atalo I, que inicia la dinastía de los reyes de Pérgamo, de convertir a Pérgamo (“altura fortificada”) en la Atenas de Asia Menor, adalid del helenismo frente a los bárbaros asiáticos. De esta manera, Los Atálidas, sucesores de Atalo, llegaron a convertir a Pérgamo en la ciudad más importante del Asia Menor helenística, gracias a su promoción de las artes y de las ciencias, como nos indica su célebre biblioteca. Pero sus orígenes históricos como reino están ligados a la muerte de Alejandro Magno y las luchas entre sus generales por el reparto de su imperio. Tras la célebre batalla de Ipso (301 a. C.) toda Tracia y Asia Menor quedan en manos de Lisímaco, que convierte a Pérgamo en la sede de su inmenso tesoro bajo la custodia del eunuco Filitero.

Galo suicida.
Pero tras la muerte de Lisimaco a manos de Seleuco en el 281 a. C., Filitero se convierte en dueño del tesoro (unos 9.000 talentos). Pérgamo pasa a ser un reino independiente e inicia su política de alianzas y donaciones para ampliar su zona de influencia. Le sucede su sobrino, Eumenes I, que tiene que luchar contra seléucidas, sucesores de Seleuco, y gálatas, para hacerse con la supremacía del Asia Menor. Eumenes I derrota al seléucida Antíoco I y realiza la primera expansión de Pérgamo. No obstante, los celtas gálatas cruzan Asia Menor en el 277 a.C. saqueando todo lo que encuentran a su paso y sometiendo ciudades que debían pagarles tributos, entre ellas Pérgamo. Pero todo cambió con el sucesor de Eumenes I, Atalo I, que en el año 241 a. C. toma el poder y se niega a pagar el tributo a los gálatas. Los gálatas atacan Pérgamo pero Atalo obtiene una gran victoria, que hace que se al primer gobernante de Pérgamo que obtiene el título de "Rey", además de lograr una nueva expansión. 


Moneda de Eumenes II.
Atalo I se hace aliado de Roma en sus guerras contra Macedonia, de esta alianza se sirvió a Eumenes II, sucesor de Atalo, para derrotar al seléucida Antioco III, enemigo común de Pérgamo y Roma. Una gran victoria de Pérgamo que llevó a la paz Apamea en el 188 a.C. por la que Pérgamo se hizo con gran parte del territorio seleucida. Además Eumenes II terminó definitivamente con el peligro de los gálatas, unas victorias que le valieron el título de Nicéforo “portador de la Victoria” como Atenea, la patrona de Pérgamo, que junto a Dioniso (Catagemón o “guía”) eran sus dioses principales. 

Plano de Pérgamo.
De esta forma, Eumenes II llevó al reino a su máximo esplendor y extensión ocupando gran parte de Asia Menor y el Egeo, y contando con unos 5 millones de habitantes. Logrando que Pérgamo fuera un reino esplendoroso, según Estrabón y Plinio a la gran fertilidad de sus tierras se unían las riquezas, tributos y materias primas de todos los territorios ocupados y aliados como vino, aceite, mármoles, andesita (piedra azulada y gris con la que están construidos sus santuarios y templos), plata y oro. Su riqueza parecía no tener límites, por eso el poeta Horacio acuño el término “atálico” para referirse a “ilimitado”. Una riqueza y esplendor que se ven reflejados en su célebre Acrópolis, colmada edificios públicos y templos fastuosamente decorados, que nada tenía que envidiar a la de Atenas. 

Vista actual de la Acropolis de Pérgamo.
La Acrópolis fue excavada a finales del siglo XIX por Carl Humann, y destacaban el gran Palacio de los Reyes o Heroon, el Templo de Atenea Nicefora, el más antiguo, del siglo IV a. C. El Templo y el gran teatro de Dioniso (construidos en andesita). Una excepcional Agora rodeada de pórticos, el templo de Hermes, junto con el más grande y complejo gimnasio del mundo antiguo. Y en esa sublime Acrópolis Eumenes II construyó los dos grandes monumentos, símbolos del desarrollo cultural y artístico del helenismo en Pérgamo:

Altar de Pérgamo, reconstrucción del Museo de Pérgamo de Berlin.
El gran Altar dedicado a Zeus, situado bajo el templo de Atenea, en una plaza que obligaba al visitante a rodearlo para contemplar sus sublimes relieves antes de llegar a la escalinata que daba acceso al altar. Estamos ante el cenit de la escuela escultórica helenista de Pérgamo, en un sublime friso de tema único, la Gigantomaquia, o lucha entre los dioses y los gigantes, esto es, la lucha entre la civilización del helenismo y la barbarie. En el altar la contorsión y el volumen del helenismo llegan a su culmen, en los cuerpos de los dioses y gran variedad de gigantes y monstruos representados. En unas escenas llenas de movimiento y manierismo entre las que podemos destacar:


La Ira de Zeus, representado imponente y airado con su rayo hiriendo al gigante Porfirión.



La Lucha de Atenea, que arrastra por los cabellos al gigante Alcioneo, y tras ella una excepcional Nike alada, o diosa de la victoria.

Reconstrucción de la Acrópolis de Pérgamo.
La célebre Biblioteca, adosada al templo de Atenea, con edificios anexos para dar cabida a los 200.000 volúmenes que menciona Plutarco. Una sublime Biblioteca presidida por la estatua de Atenea que entraba en rivalidad con la célebre de Alejandría. Era fiel reflejo de las inquietudes culturales y científicas de los reyes de Pérgamo (Atalo I escribió una Geografía y Atalo III era botánico), por lo que fueron grandes patrocinadores de obras y pensadores como el crítico Crates de Malos, que hizo una célebre interpretación alegórica de Homero, en la que expone ya la idea de esfericidad de la tierra, un adelantado a su tiempo.

Templo de Trajano de la Pégamo Romana.
Desde el año 159 a. C. con la muerte de Eumenes II, reino de Pérgamo mantiene su riqueza y esplendor cultural, pero pierde algo de independencia ante la llegada del gran poder de la época, Roma. Con Atalo II y Atalo III se reduce su belicosidad y se centra en las artes y las ciencias, Y curiosamente, en el año 133 a.C. Atalo III muere y deja su reino en herencia a los romanos, con la excepción de la ciudad. Algo que desata al ira de Aristónico, hijo bastardo de Eumenes II, que inicia una revuelta y se proclama rey como Eumenes III. Pero el poder de Roma sofocó la revuelta, y convirtió a Pérgamo en la primera provincia romana de Asia.

Propileos y Asclepeion o escuela de medicina de Pérgamo.
La Pérgamo romana siguió siendo un gran centro cultural y helenístico, durante el Imperio se fundan grandes escuelas de retórica y medicina, destacar al célebre Galeno que se formó en Pérgamo. En definitiva, Pérgamo logró ser la Atenas de Asia Menor, fue un gran centro cultural y artístico, gran foco de helenismo y civilización, además de una de las más bellas e imponentes ciudadelas de la Antigüedad. 

Galo Moribundo.
Bibliografía
R. F. Etienne. La Antigua Grecia. Historia de la Arqueología helenística. Barcelona.1998 
P. Leveque. El Mundo Helenístico. Barcelona, 2005. 
J. M. Roldán. Historia de la Grecia Antigua. Ed Universidad. Salamanca.1998

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