Grandes Hallazgos Arqueológicos IV: La Piedra de Rosetta.

 Piedra de Rosetta, Museo Británico.

Nos encontramos a finales del siglo XVIII, las grandes potencias Europeas del momento, Francia e Inglaterra, se enfrentan por el control del mar Mediterráneo. La Francia de la Revolución se había enfrentado con la mayor parte de las potencias europeas, y tras 1798 la guerra se traslada a la parte oriental del Mediterráneo, a pesar de que los países guardaban las apariencias de periodo de paz. Francia planeaba hacerse con el Egipto otomano y con la Malta inglesa, y, de esta manera, controlar las rutas comerciales orientales. La figura clave de la conquista es el general Napoleón Bonaparte, inspirador de la expedición, que partió de Francia en mayo de 1798. Napoleón derrotó sucesivamente a mamelucos e ingleses, por lo que la expedición fue un éxito desde el punto de vista militar, pero también para la arqueología. Ya que Napoleón llega a Egipto en 1799 y lo hace acompañado de un importante grupo de científicos, naturalistas e historiadores, unos 170 civiles. Un nutrido grupo de eruditos que guiados por el espíritu de la Ilustración viajaban con la idea de consignar todo tipo de datos geográficos, naturales, culturales y artísticos de Egipto. Y dar a conocer un territorio muy desconocido para Occidente, para tal fin fundan un Instituto de investigaciones, el llamado Institut d’Egypte

Científicos con la Estela Rosetta, en el Congreso de Orientalistas de 1874.

Por lo que el descubrimiento de la Piedra de Rosetta no es un hallazgo sólo cultural o académico, sino que está instigado por un contexto político y bélico, en el que la ciencia y la historia también jugaban un papel importante. Y a pesar de todo, es curioso que el hallazgo de la Piedra de Rosetta se produce de forma casual y militar, no científica. Ya que fue en el intento de defender el puerto comercial de la población del Delta Al-Rasid, llamado de Rosetta por los occidentales, cuando un grupo de militares franceses se ponen a excavar una antigua fortaleza egipcia. Y el 19 de julio de 1799 sacan a la luz un bloque de granito con varios tipos inscripciones. El jefe del destacamento Pierre Bouchard intuye que era un relevante hallazgo y lo pone en conocimiento de sus superiores y del Institut d’Egypte. La importancia de tal estela de granito no reside en el texto que consigna, sino que constituye la clave para la interpretación de la escritura jeroglífica del Antiguo Egipto, hasta ese momento totalmente indescifrable. Además de suponer el nacimiento de la egiptología como tal. 

Imagen de la Estela con sus tres partes y textos.

La estela se traslada al Institut d’Egypte donde los científicos empiezan a analizarla, y lo primero que pueden comprobar es que está dividida en tres partes: una parte superior de catorce líneas de jeroglíficos, una central con treinta y dos líneas de escritura cursiva, el llamado demótico o ultimo periodo de la escritura egipcia, y un parte inferior con más de cincuenta líneas en griego, que fue introducido en Egipto por Alejandro Magno. Los eruditos franceses fueron incapaces de transcribir los jeroglíficos y el demótico, por lo que un tal Ameilhon transcribe solamente la parte inferior en griego. Una traducción que revela que la llamada Piedra de Rosetta, es, en realidad, un fragmento de una Estela de tiempos del faraón Ptolomeo V Epífanes. Era una de las copias en piedra de un decreto creado por los sacerdotes del templo de Ptah, en Menfis en el 196 a. C., para conmemorar el primer aniversario del reinado del este nuevo faraón de los Ptolomeos, herederos de Alejandro.

Reconstrucción de la Estela de Rosetta.

La estela-decreto trilingüe tiene una estructura muy clara y similar a otros decretos en piedra de la época: la parte superior está coronada por un disco solar alado con la doble cobra protectora, debajo encontramos las figuras de diferentes dioses y el faraón responsable del decreto. El decreto versa sobre privilegios económicos y distintos honores que algunos templos y sacerdotes reciben del faraón. Y está escrito en jeroglíficos o "palabras divinas" para los egipcios. Estos jeroglíficos, la escritura de los sacerdotes, hacen que el decreto y los nombres propios inscritos perduren para toda la eternidad. Además, hay que mencionar que desde la Dinastía IV los nombres de los faraones se incluyen dentro de un cartucho ovalado, en relación al disco solar protector, dicho cartucho protegía el nombre del faraón y su reinado. En la parte central escrita en demótico, la escritura del pueblo, versión evolucionada de la lengua egipcia que es utilizada desde el 663 a. C., en la llamada época saita, encontramos la propaganda de los Ptolomeos. Los faraones utilizaban estos decretos trilingües para que los templos, sacerdotes y dioses reconociesen su legitimidad, y que quedara constancia de la misma. Finalmente, la parte inferior, es una traducción del decreto a la lengua de los nuevos faraones, el griego de los Ptolomeos.

Templo de Isis en Filé.

Estamos ante un mismo texto en tres versiones distintas, un texto que no tiene mucha relevancia histórica, pero esa última parte en griego es la clave que permite descifrar las otras dos partes en jeroglífico y demótico. Para impulsar su estudio Napoleón ordenó que se hicieran varias copias, una se trasladó al mayor centro científico de Francia, el Instituto Nacional de París, fundado en 1795. Pero la guerra con Inglaterra cambia de rumbo, los ingleses toman Alejandría, donde se habían puesto a salvo muchos materiales que los franceses habían descubierto, incluyendo la Estela de Rosetta. Tras la firma de la capitulación, en septiembre de 1801, todos esos materiales y documentos pasan a manos de los ingleses, y entre ellos la Piedra de Rosetta. Pero los franceses lucharon para que sus investigaciones y descubrimientos no fueran arrebatados con un simple botín de guerra, y con mucha insistencia consiguen que los ingleses del general Hutchinson sólo les arrebaten las piezas materiales mas relevantes, por lo que conservaban muchos materiales y documentos, pero no la Estela. Los franceses hacen todo lo posible para mantener la Piedra de Rosetta, y la incluyen como propiedad del general francés Menou, para ser trasladada en secreto a Francia. Pero Hutchinson descubre el ardid y se presenta con un destacamento en la residencia de Menou, que resignando se la entrega. De toda esta estratagema queda constancia en la Estela, ya que en ella se inscribió “Capturada en Egipto por la Armada Británica en 1801”. Finalmente, en marzo de 1802 llega al puerto de Portsmouth, y con celeridad es presentada en la Sociedad de Antigüedades de Londres. Se hicieron muchas copias de la parte inferior en griego, y se enviaron a todas las Universidades británicas, y también se reciben copias en otras bibliotecas y sociedades europeas. De manera que, investigadores franceses, ingleses y europeos pujan por ser el primero en encontrar la clave que descifrara la Piedra de Rosetta. 

Tabla de Johan David Åkerblad con los símbolos fonéticos demóticos y sus equivalentes del alfabeto copto.

El primer avance importante lo consigue el orientalista sueco Johan David Akerblad que consigue descifrar 29 signos del demótico. Posteriormente, el físico y lingüista inglés Thomas Young demostró que el demótico era una variante cursiva de los jeroglíficos, por lo que consigue traducir el texto en demótico de la Piedra de Rosetta, descubriendo unas ochenta y seis equivalencias del demótico con el griego, sin embargo fracasó a la hora de interpretar los jeroglíficos. 

Jean-Francois Champollion.

Con estos precedentes será el orientalista francés Jean-Francois Champollion el que resuelve el enigma de la Piedra de Rosetta, gracias a su extraordinario dominio de la lengua copta, versión moderna de la lengua del Antiguo Egipto. Champollion consiguió descifrar los jeroglíficos partiendo del estudio y aislamiento de los cartuchos con los nombres de los faraones. La idea de Champollion era que los nombres de los faraones no egipcios de los cartuchos debían estar escritos con en griego, esto es, fonéticamente. Y descubrió que los jeroglíficos se pueden leer en la dirección a la que miren los signos, tanto de derecha a izquierda o viceversa, como de arriba abajo o de abajo arriba. Además hay que tener en cuenta que la lengua de los antiguos egipcios no cuenta con vocales, sólo con semiconsonantes, y Champollion se las añade para facilitar su lectura. 

Tabla de Champollion con los caracteres fonéticos jeroglíficos y sus equivalentes demóticos y griego

De manera que, empezó aislando el más sencillo de los seis cartuchos con nombres de faraones, el que contenía el nombre de Ptolomeo V contrastándolo con los signos fonéticos del demótico, y logrando sacar a la luz los signos P-T-O-L-M-Y-S. Con premura se dispuso a compararlo con otros documentos de la época para aseverar la corrección de su hallazgo, como la inscripción bilingüe de los obeliscos del templo de Isis en Filé, recinto del año 394 d. C., que contienen las ultimas inscripciones conocidas en jeroglíficos, ya que en el siglo VI el emperador bizantino Justiniano abolió los antiguos cultos y el uso de la escritura jeroglífica. Un estudio que permitió a Champollion crear un listado con todos los gobernantes de Egipto, además de descubrir que las "palabras de los dioses" o jeroglíficos además de valores fonéticos contaban con valores ideográficos, ya que además de un nombre expresaban una idea o concepto.


Champollion aplicó los valores fonéticos que había descubierto a todos los reyes de origen griego o romano, así descifró todos los gobernantes de Egipto que el sacerdote Manetón consignó en su listado, entre ellos el nombre de Alejandro Magno o A-L-K-S-I-N-D-R-S. También logró transcribir los nombres de los gobernantes del Egipto Antiguo, a partir de las inscripciones y símbolos del templo de Abu Simbel, así identificó a Ramses, a partir del símbolo del disco solar que le atribuyó la palabra copta para el Sol: RE o RA, junto con un símbolo, que en la traducción griega de la piedra de Rosetta significaba “aniversario” y correspondía a una MS y de una doble S. Y pensó, con acierto, que estaba ante Ramses II, al sustituir el termino “aniversario” por la traducción copta de dicha palabra griega o “nacimiento”, por lo que Ramses significaba “Re lo ha engendrado”. También lo hace con el cartucho de Tutmosis, que contenía el símbolo de un ibis, pájaro relacionado con la divinidad Thot, de nuevo la MS o "nacimiento", y en la parte final una S simple, así Tutmosis se traduce como “Thot lo ha engendrado”. 

Templo de Abu Simbel.

En definitiva, la importancia del hallazgo de Champollion es de una relevancia capital ya que descubre la clave para dar voz a palabras sagradas que habían permanecido ocultas durante siglos. Champollion ofrece las herramientas para desentrañar el funcionamiento de la escritura jeroglífica del Antiguo Egipto, unos símbolos que tenían al mismo tiempo un valor fonético e ideográfico, quizás la escritura más bella del hombre tomaba sentido. Ya que estamos ante ideogramas, signos que además de representar un fonema o una letra, podían identificarse con una idea, ver que los signos tenían esa doble faceta y que constituían un alfabeto fue el gran descubrimiento de Jean-François Champollion, él mismo se autodefinía de esta esclarecedora manera “Soy adicto a Egipto, Egipto lo es todo para mi”.

Bibliografía: 
Atkins, L. y R. Las claves de Egipto. La carrera por leer los jeroglíficos. Debate, Madrid, 2000. 
Padró, J.: Historia del Egipto faraónico. Alianza. Madrid, 2003.

Comentarios

  1. Una vez más paso por esta torre de Babel, que en este caso, no sirve para confundir las lenguas sino todo lo contrario. Muy detallado el hallazgo de esta piedra de Rosetta. Una curiosidad: He notado un gran parecido entre el templo de Isis en Filé y el Templo de Debod que hay en Madrid (Sólo la parte del fondo).
    Un saludo

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    1. Muchas gracias Selegna por tus palabras y por tu visita a Mundo de Babel, me alegra que te haya desatado la curiosidad mi acercamiento al descubrimiento y desciframiento de la Piedra de Rosetta, todo un hito en la Historia, la Arqueología y la Egiptología. Si como dices si que es verdad que hay cierto parecido en algunas partes del Templo de Debod y el templo de Isis en Filé, El templo de Debod es, en gran parte, del siglo II a. C., pero tiene importantes elementos de época imperial romana, del siglo II d. C., al igual que el Templo de Isis en Filé que es terminado en época de Augusto y Tiberio. De manera que tienen una estructura similar como pasa con muchos de los templo de los Ptolomeos. Un cordial saludo

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  2. muy buena información me sirvió mucho en el examen

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