Pasajes de la Historia XIII: El mítico reino de Tartessos.


Lucha de Heracles con Gerión, vaso  del siglo VI a.C., museo del Louvre.

Los autores clásicos griegos nos hablan de la presencia de un reino idealizado en el mediodía peninsular ibérico hacia el siglo X a. C., denominado Tartessos y caracterizado por una gran riqueza mineral, agrícola y ganadera. Para los griegos significaba un emporio comercial o tierra de provisión, donde se obtenían grandes beneficios. Según los hallazgos y la investigación arqueológica estamos ante una sociedad jerarquizada y aristocrática con constantes vínculos con los pueblos orientales colonizadores de la península, como fenicios y griegos. Esa gloria y riqueza legendaria que las fuentes clásicas unen a Tartessos, junto con su pronta y enigmática desaparición a mediados del s. VI a. C. han elevado a Tartessos a la categoría de mito. El gran Heródoto de Halicarnaso, padre de la Historia, menciona en el siglo V a. C. la famosa historia de Coleo de Samos, capitán griego que se dirigía hacia Egipto y fue desviado por una tormenta, llegando finalmente a Tartessos donde consiguió grandes riquezas y conoció al rey Argantonio, singular por su extraordinaria longevidad, unos 130 años. "... un navío samio, que tenía por patrono a Colaios y que se dirigía hacia Egipto, fue arrojado fuera de su ruta a la isla de Platea; las samios confiaron todo el asunto a Corobios y le hicieron un depósito de víveres para un año. Ellos mismos, que, al partir de la isla, habían marchado con un enorme deseo de llegar a Egipto, navegaron fuera de su ruta, arrastrados por el viento del Este; y, sin dejar de soplar el viento, alcanzaron las columnas de Hércules y, conducidos por un dios, llegaron a Tartessos. Este lugar de comercio estaba sin explotar en esta época, de forma que, a su vuelta, estos samios realizaron con su cargamento el mayor beneficio que haya conseguido hasta ahora ningún griego...". Otros grandes como Estrabón o Plinio el Viejo se hacen eco de la grandeza de Tartessos y de la capital del reino del prodigioso Argantonio. Según el Antiguo Testamento, existía un reino histórico llamado Tarsis, muy lejano y rico en metales donde comerciaban naves del rey Hiram I de Tiro, y donde el gran rey Salomón compraba los metales y piedras preciosas para embellecer su mítico templo. “... El rey (Salomon) tenía en el mar naves de Tarsis con las de Hiram, y cada tres años llegaban las naves de Tarsis, trayendo oro, plata, marfil, mos y pavones...” (Reyes 10, 22).


Mapa del mundo conocido según Estrabón.

La inicial Monarquía tártesica es mítica y la conocemos gracias a las fuentes clásicas, dicha monarquía fue iniciada por el famoso Gerión, mítico rey tartésico de triple torso al que Heracles dio muerte tras robarle su ganado en el transcurso sus famosos Doce trabajos, concretamente fue su décimo trabajo. De la Monarquía histórica tártesica sólo conocemos el nombre de un rey, Argantonio, cuyo nombre tiene una clara ascendencia indoeuropea (argen = plata), cuyo reinado se sitúa de forma aproximada entre el 630 y el 550 a.C. Fue un rey que, según Heródoto, inicia un importante comercio con los griegos y fenicios, un soberano glorioso que dio a los griegos de Focea plata suficiente para que protegieran con una gran muralla su ciudad, amenazada por los persas. Según la arqueología, Argantonio sería uno de los muchos jefes locales que existían dentro de la fragmentada y aristocrática estructura política de Tartessos. Las excavaciones arqueológicas parecen aumentar más si cabe su mito, con el hallazgo del famoso tesoro de El Carambolo (Sevilla), de casi tres kilos de oro. Distintos trabajos arqueológicos realizados en el suroeste andaluz, el centro de Tartessos, y el sur de Extremadura, nos ofrecen una visión del mundo tartésico muy diferente al mito, formado por estructuras aldeanas desde finales de la Edad de Bronce, muy relacionadas con oriente a través de un comercio de larga distancia. Es la llamada cultura Orientalizante que se extendió por todo el Mediterráneo, desde Anatolia hasta el Algarve portugués, entre los siglos VIII al VI a.C. Una cultura que trasforma esas aldeas del Bronce, surgiendo elites que desarrollan formas de exaltación del poder mediante la exhibición de su riqueza, esos famosos tesoros. En la época de esplendor de Tartessos su arquitectura, artesanía o sus formas de enterramientos emulaban el mundo oriental, gracias también a la constante llegada de fenicios que llevan al Guadalquivir sus símbolos de poder, los productos de lujo de su comercio, además de sus costumbres y dioses.


Tesoro de El Carambolo.

Lo que parece claro que Tartessos debía tener un centro o capital a la que afluían todas las riquezas del valle del Guadalquivir, sin embargo la ubicación de Tartessos capital ha generado un gran controversia entre los investigadores, ya que no se ha encontrado rastro alguno de su existencia. A. Schulten basándose en las fuentes clásicas pensó que estaba situada en el Cerro del Trigo (Coto de Doña Ana), pero sólo era un poblado de época republicana romana. A pesar de los problemas para el conocimiento de Tartessos, como la escasez de restos o la no ubicación de su capital, parece claro que no surge por generación espontánea. Sería producto de los intereses griegos y fenicios empeñados en la existencia de un poder fuerte y centralizado que controlara la explotación de los minerales, metales y el comercio en la zona. De manera que, Tartessos surge en el siglo X a.C. como resultado de una amalgama de culturas y pueblos diferentes sobre una base cultural propia. Desde el siglo IX a.C. los fenicios establecen redes comerciales consolidadas en Tartessos. La llegada de esos primeros colonizadores y su papel de intermediario dará una gran pujanza al mundo tartésico.


Área de influencia de Tartessos.

La base de esa relevancia fue el comercio a larga distancia realizado desde sus puertos y centros de intercambio o emporios. Eran enclaves donde mercaderes y artesanos además de mercadear y negociar, construían almacenes, viviendas y edificios de culto autorizados por el poder local tartésico. Un hecho que explica el hallazgo en Cadiz y Huelva de ánforas de aceite y vino, perfumes y otros productos fenicios y griegos. Y éstos a cambio obtenían metales, cobre, estaño y plata del mundo tartésico, un comercio cuyo centro se sitúa en Gadir (Cadiz). Además los poblados tartésicos del río Guadalquivir pasan a formar parte de esas grandes redes comerciales. La importancia de este comercio hizo que surgieran las primeras anotaciones de números, la escritura hispánica más antigua, y la introducción de la metalurgia del hierro. Un hecho que provocará la transformación de las aldeas tartésicas en centros urbanos amurallados, como Tejada la Vieja (Huelva). Hay que señalar, que el Gualdalquivir, llamado por los antiguos Tartessos, en esta época desembocaba en el mar a poco kilómetros de la actual Sevilla, formando un gran espacio o estuario que sería el centro del comercio y la redistribución de mercancías del mundo tartésico. Los fenicios llaman a ese emporio comercial “Hispal”, al que afluían por vía fluvial todas las riquezas del valle del Guadalquivir.

Estela con caracteres de la supuesta escritura tartésica.

El paradigma de ese desarrollo comercial y económico es El Carambolo, que sería uno esos santuarios de culto dedicado a la diosa semita Astarté que se reedificó en el siglo VII a.C., fase de esplendor de Tartesos. La arqueología ha revelado la construcción de un templo levantado por los fenicios sobre el cerro de El Carambolo, que tendría total dominio visual sobre ese emporio del estuario del Guadalquivir, un complejo que adquirió rasgos monumentales en el siglo VII a.C. Era un gran edificio de adobe estructurado en torno a un patio, con una gran sala central con graderío. Para los fenicios los santuarios eran lugares de reunión y sedes de grupos de comerciantes, además de centros religiosos y garantes de los intercambios comerciales. Un comercio fenicio que se extiende al interior del valle, llegando a otros poblados tartésicos como Carmona o Setefilla, cuyas necrópolis nos indican una gran jerarquización social. Ya que la acumulación de poder en manos de unos pocos transforma el sistema tradicional basado en relaciones de parentesco. En dichas necrópolis tartésicas aparecen tumbas comunes o túmulos con sepulturas modestas de incineración colectiva, junto a otras sepulturas lujosas en enormes túmulos. Eran tumbas individuales o dobles, en las que se combina el rito de la cremación y la inhumación, que albergarían los restos de esa minoría acumuladora de riqueza. Algo que podemos apreciar en sus extraordinarios ajuares, comparables con los de las aristocracias griegas o etruscas. Las élites tartésicas fueron enterradas con verdaderos tesoros con elementos de oro, plata, marfil, flores de loto, alabastro... Un hecho que nos indica los grandes beneficios que esta aristocracia obtuvo del desarrollo comercial y las grandes diferencias sociales de la etapa orientalizante o de esplendor de Tartessos. Un modelo que se extiende al sur de la actual Extremadura como demuestran el gran santuario de Cancho Roano en el valle de la Serena (Badajoz), con muchas concomitancias con El Carambolo, como son esos altares en forma de piel de toro, de clara influencia fenicia. 


Reconstrucción ideal del santuario de Cancho Roano.

Tartessos tuvo una gran relevancia en la Antigüedad con una fuerte economía y riqueza ganadera, agrícola y minera, junto con un gran desarrollo de la metalurgia del hierro y el estaño, y del comercio interior y exterior. Unas riquezas que se ponen de manifiesto en los tesoros de El Carambolo o Aliseda (Cáceres), todo muy ligado a la llegada de inmigrantes fenicios que impulsan el comercio, traen consigo la explotación a gran escala del oro, la plata y el cobre, además de desarrollar la metalurgia y la orfebrería, al introducir las técnicas del granulado o la filigrana. En Tartessos se produce desarrollo de una prístina escritura, para Estrabón era el pueblo más culto entre los iberos. En algunas de sus famosas estelas de guerrero se han conservado inscripciones de una lengua de origen indoeuropeo, una lengua que pudieron heredar los Turdetanos, sucesores de los tartésicos. Por otra parte, la religión está marcada por el sincretismo religioso al abundar las divinidades orientales: tanto fenicias, la mencionada Astarté, como egipcias, como Ptah, dios creador de la mitología egipcia, prueba de la relevancia de la inmigración oriental. Y la mítica monarquía tartésica, que los clásicos griegos asemejan con sus reyes o Basileus, no existe, por el momento, como tal, ya que Tartessos sería reino aristocrático muy disgregado políticamente. 


Diadema del tesoro de Aliseda (Cáceres)

El ocaso de Tartessos llega con el final del modelo económico de la etapa orientalizante, a mediados del siglo VI a.C. Hacia el 530-520 a. C. el reino entre en una franca decadencia, los santuarios que articulaban el comercio se abandonan de forma precipitada, como El Carambolo, desaparecen esas lujosas sepulturas aristocráticas, la minería se hunde. Unos hechos que llevan a Tartessos a su desvanecimiento repentino, elevando más si cabe su mito. Ya que los investigadores han dado numerosas hipótesis sobre su precipitado ocaso, desde una catástrofe natural, pasando por las tensiones sociales, los conflictos con los fenicios, hasta la pérdida de los mercados lo que conduciría a la decadencia económica, desde mi punto de vista la hipótesis más plausible. Esto es, la gran relevancia de Tartessos residía en su papel de intermediario en las transacciones comerciales del Mediterráneo, al perder ese papel destacado su pujanza económica se desvanecería de inmediato. En definitiva, el mítico Tartessos cuya realidad está aún sólo parcialmente desvelada, tuvo una relevancia capital en la Antigüedad, en el momento en que griegos y fenicios se disputan el mediterráneo. Esa importancia comercial y económica hace que el gran Heródoto asemeje a Tartessos con una tierra de provisión para los griegos, generando un mito que ha llegado muy vivo hasta nuestros días, y esperemos que algún día quede totalmente desvelado.


Bibliografía adicional:
Almagro M., Arteaga, O., Blech., M., Ruiz mata, D. y Schubert, H.: Protohistoria de la Península Ibérica. Ariel. Barcelona, 2001
Almagro-Gorbea, M.: Ideología y poder en Tartessos y el mundo ibérico. Madrid.1996.
Blázquez, J.M. Tartessos y los orígenes de la colonización fenicia en Occidente. Salamanca, 1975.
Schulten, A. Tartessos. Madrid, 1945.

Comentarios

  1. Exelente y documentado post y excelente blog, que conozco gracias a otro blog amigo. Paso a seguirlo y volveré a leer las interesantes entradas que publicas. Un cordial saludo desde ArteTorreherberos.

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  2. Paco Hidalgo muchas gracias por tu comentario y por acercarte a mi blog, Me alegra que hayas conocido mi blog, gracias a España Eterna supongo, y hayas decidido seguirlo. Por cierto he estado viendo tu blog y es muy bueno, ya tienes un seguidor más. Un cordial saludo desde mundo de babel

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