Personajes singulares de la Historia XI: Quevedo.
Francisco de Quevedo nace en Madrid en 1580 y desde su infancia estuvo rodeado del ambiente de la corte, donde sus padres, procedentes de Cantabria, actuaban como empleados. Además su formación intelectual también estuvo muy ligada a la corte de los Austrias, al estudiar en el colegio Imperial de Madrid y en la Universidad de Alcalá de Henares, además de estudiar teología en Valladolid. Todo ello contribuyó a que este gran escritor y poeta del siglo de oro español tuviera una vida llena de intensidad y aventuras. Un hombre mordaz, satírico, políticamente reaccionario y un intelectual excepcional, que se centró en la crítica social-política y en su destacada creación literaria. En sus primeros años en Madrid, Quevedo se nos muestra como un hidalgo que rinde pleitesía a la monarquía y a España, dedicando sus primeras obras poéticas a Felipe III y al Duque de Osuna. Donde se presenta como un noble defensor del catolicismo, sin embargo la crisis de la monarquía hispánica, con los llamados Austrias Menores, le hacen caer en el desasosiego.
En 1613 Quevedo es reclamado por el Duque de Osuna, virrey de Sicilia y Nápoles, como un aliado importante en los juegos diplomáticos italianos. Quevedo era la punta de lanza, más bien de pluma, de la idea política del Duque Osuna de imponer por la fuerza la hegemonía española en Italia. Su gran labor al lado de Osuna hizo que el monarca le concediera el hábito de la Orden de Santiago, lo que acrecentó su relevancia como diplomático. De manera que, Quevedo viajó por los distintos puertos y ciudades estado italianas haciendo las veces de espía del virrey de Nápoles. Toda esa política de Osuna desembocó en la llamada Conjuración de Venecia de 1618, una violenta revuelta contra los extranjeros. Las fuentes italianas hablan de un complot del Duque de Osuna, con al ayuda de Quevedo, y del embajador español en Venecia, Marqués de Bedmar, que habrían utilizado algunos mercenarios franceses para provocar un conflicto diplomático que facilitará la intervención militar española en Italia. Para los españoles es una trama urdida por las autoridades venecianas, de ahí viene la heroica huída de Quevedo, disfrazado de mendigo, tras el ataque a la embajada española. La historiografía se encuentra dividida sobre la participación el escritor en las intrigas italianas del Duque de Osuna, para algunos es muy posible, sin embargo, otros indican que estaba en Madrid en el momento de la conjura veneciana. Lo que es seguro es que tras estos hechos el Duque Lerma, valido de Felipe III, ordenó el destierro de Quevedo por su implicación en las artimañas del Duque de Osuna en Italia. Y Quevedo queda marginado de la corte hasta 1622 con el gobierno del Conde-Duque de Olivares y Felipe IV.
El buscón de Quevedo.
En Madrid Quevedo se empapó de los ambientes marginales del siglo de oro español, la marginación y la pobreza se convertirán en un mal endémico de la sociedad del siglo XVII, al mezclarse con la ociosidad y la holgazanería. Unos pobres y pícaros que se sienten al margen de las leyes, derechos y privilegios del Estado y son fiel reflejo de la crisis de la Monarquía hispánica. Quevedo se hace eco de ese ambiente de mendicidad, de pobres ociosos y de pícaros en su célebre novela El buscón de 1626. El pícaro es un personaje marcado por su negativa a integrarse en la sociedad, por lo que se aparta de ella y la critica. Estos pícaros, al igual que los mendigos, proliferan ante la extremada pobreza del país. El pícaro es el personaje que crea Mateo Alemán en su Guzman de Alfarache (1599) y que es perfeccionado por Quevedo en su Buscón. Donde nos relata la historia de un pícaro de ascendencia judía que aspiraba al modo de vida ocioso y elevado del noble, y a las ventajas que le ofrecía la condición de cristiano viejo. Es todo un ejercicio de costumbrismo picaresco en el que Quevedo nos muestra el lado amargo de la sociedad del siglo XVII a través de su visión pesimista y crítica de una aplastante realidad social. Una sátira social que se prolonga en toda su excepcional obra, donde crítica los vicios de la sociedad o analiza los estados u oficios que el considera viles o triviales. Una toma de conciencia pesimista de la sociedad que confluye en su reflexión sobre el poder del dinero, de ahí su famosa frase “poderoso caballero... es don dinero”. Quevedo, además darnos a entender la excepcional relevancia del dinero, al elevarle a la categoría de noble y caballero, es uno de los primeros en darse cuenta que España se había convertido en las Indias de Europa. Que los metales preciosos procedentes del imperio español acababan en manos de los banqueros alemanes o de los prestamistas de las repúblicas italianas.
El Conde-Duque de Olivares, Velázquez.
Quevedo realizó numerosos ensayos políticos marcados por su tono burlón y satírico. Sin embargo, en un principio apoyó el gobierno del Conde-duque de Olivares, pero los desastres militares y los desaciertos políticos de Olivares pronto decepcionan a Quevedo. Finalmente, Quevedo acaba aliándose con la oposición nobiliaria liderada por el Duque de Medinaceli. Pero Olivares, mal político pero decidido gobernante, reacciona con celeridad ordenando la detección de Quevedo en diciembre de 1639. Para algunos fue apresado por sus sátiras contra la Monarquía y el gobierno de Olivares, otros incluso decían que por su afinidad con Francia, en guerra con España desde 1635. Lo que es seguro es que Quevedo da con sus huesos en la cárcel del convento leonés de San Marcos. Quevedo permanece en prisión hasta que el fracaso del proyecto de la Unión de Armas, y las rebeliones catalana y portuguesa hacen caer al valido de Felipe IV en 1643. Cuatro largos años de prisión donde Quevedo demuestra esa gran fortaleza mental y física de la que hizo gala toda su vida. Tras la destitución de Olivares, Quevedo regresa a Madrid, pero decide pasar sus últimos meses de vida en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) donde murió en septiembre de 1645.
Un escritor brillante, irónico, burlón, satírico, y un hombre comprometido con la política y la sociedad de su tiempo acaba su vida siendo prisionero de su propio país, de esa Monarquía a la que juró defender con su pluma, son las contradicciones que tiene nuestra querida España.
Gran personaje este Quevedo, un gran genio de nuestra literatura y un caballero de honor. No se si has leido, amigo mio, las novelas del Capitán Alatriste, en ellas sale Quevedo como uno de los personajes, además creo que Pérez Reverte lo describe y lo devuelve a la vida con mucho acierto.
ResponderEliminarMagnífica entrada, es uno de mis personajes favoritos.
Un abrazo :-))
Pérez Reverte es mi escritor de novela histórica favorito y las novelas de Alatriste son quizás su mejor y más lograda obra. Y, como dices, el personaje del Quevedo novelesco de Reverte está recreado con mucho tino.
ResponderEliminarQuevedo es uno de los grandes personajes de nuestra historia.
Una vez más, muchas gracias por dejarte caer por mi blog.
Otro abrazo amigo.
Qué magnífica entrada, amigo. Quevedo, un grande indiscutible de nuestra cultura. A ver si le dedicas algún post a mi estimado Cervantes...
ResponderEliminarUn abrazo.
Ricardo mil gracias por tus palabras. Quevedo es un gran personaje, y Cervantes aún más... por eso pienso dedicarle una entrada en breve. te hago caso y la voy preparando. Por cierto mis entradas sobre música van a ir en aumento.
ResponderEliminarUn gran abrazo amigo