Personajes Singulares de la Historia IX: Julio César, dictador supremo de Roma.
Para analizar la figura de Julio César debemos retrotraernos al año 60 a. C., a la época del llamado primer triunvirato formado por César, Pompeyo y Craso, un periodo de transición del régimen republicano a una autocracia militar. Cuando Craso muere en la guerra contra los partos el enfrentamiento entre César, que estaba ocupando las Galias, y Pompeyo estaba servido. La Guerra Civil se cernía sobre la República romana, con un senado cada vez más debilitado y no partidario de César, por ser sobrino de Mario, antiguo defensor de intereses populares y mercantiles frente a los intereses aristocráticos representados por Sila. De manera que, el Senado liderado por Cicerón cierra filas entorno a Pompeyo, con la idea de que el poder senatorial recuperara la dirección de Roma. De esta forma, en febrero del 52 a. C., el senado nombra a Pompeyo cónsul único en medio de un ambiente político muy agitado, para impedir el ascenso político de Julio César. Pero Pompeyo era un militar que pronto se impone al senado creando una autocracia militar, mientras que la plebe ponía sus esperanzas en César, una figura popular frente a los privilegios de la aristocracia.
Vercingétorix arroja sus armas a los pies de Julio César por Lionel Noel Royer.
Una vez terminada la conquista de la Galia en año 51 a. C. el senado ordena a César regresar a Roma con sus tropas, para colocarse bajo el poder del nuevo cónsul Pompeyo. Lógicamente, César no acata la orden senatorial, se subleva contra la República e inicia su marcha sobre Roma en diciembre del 50 a. C. cruzando el famoso arroyo Rubicón. Límite natural entre la Galia e Italia y que César no podía pasar sin permiso del Senado. Julio César dispuesto a acabar con la República se lanza al desafío pronunciando su famosa frase “la suerte está echada/alea jacta est”. Pronto dicha marcha sobre sobre Roma se convierte en un paseo triunfal, la plebe oprimida por el Senado aristocrático de Roma creía en las populares reformas sociales de César, de forma que las ciudades le recibían al libertador César con los brazos abiertos entre vítores, alabanzas y flores. Además la habilidad política de César le lleva a declarar una amplía amnistía por lo que su nómina de partidarios aumenta exponencialmente. Roma estaba en manos de Julio César, Pompeyo y el orden senatorial huyen a Oriente para organizar su ejército, mientras César prefiere asentarse y asegurar su retaguardia antes de enfrentar al ejército aristocrático. En el año 49 se hace nombrar cónsul y derrota a los pompeyanos en Ilerda (Lérida) y Massalia (Marsella). Momento en el que marcha hacia Oriente cruzando el Adriático, para enfrentarse cara a cara con Pompeyo. Al que derrota en la famosa batalla de Farsalia (Grecia) en junio del 48 a. C.. No obstante, la guerra civil continúa y no es hasta el año 45 a. C. en la batalla de Munda cuando son derrotados los últimos partidarios de Pompeyo.
Imperio Romano en la época de Julio César.
Tras Farsalia y su victoriosa entrada en Roma, César se hace con el poder absoluto abriendo un camino que debía terminar con la restauración de la Monarquía. En abril del 49 a. C. es nombrado dictador con plenos poderes y empezó a tomar medidas, para favorecer a la plebe romana, entre las que destacan: perdonar las deudas de las clases populares o asegurar el suministro de cereal para Roma. Unas medidas con las que se gana el favor definitivo de la plebe, en un momento de crisis en el que es nombrado Cónsul por cinco años. El consulado era la magistratura suprema de la república, los cónsules eran los encargados de la dirección del Estado y el Ejército, sin apenas limitaciones, con totales poderes judiciales y legislativos. Y después de conseguir la paz en el imperio, tras la batalla de Tapso en el año 46 a.C. sus poderes aumentan, siendo nombrado cónsul y dictador por diez años, además de ser declarado Pontífice máximo o suprema autoridad religiosa. En Roma la Dictadura no tenía para la plebe las connotaciones negativas actuales, era magistratura extraordinaria, que en casos de peligro para la República el Senado solía designar un dictador por un periodo máximo de seis meses.La plebe solía ver a esta figura como una liberación frente a los constantes abusos del patriciado. Además César se hace con la potestad de establecer la paz y la guerra, que residía en el Senado. Con plenos poderes y con su habilidad como político César obtuvo el apoyo de la plebe, en parte, gracias a sus grandes victorias en África, Egipto u Oriente. Además de los repartos periódicos de trigo y los juegos, como las primeras naumaquias o el circo, es el creador del famoso “Pan y Circo” que caracteriza la época del Imperio.
Denario de Julio César, año 44 a.C.
A lo que se unen sus reformas de impuestos, que ahora eran recaudados por los gobernadores en las provincias, unos gobernadores a los que vigilaba con lupa para impedir su enriquecimiento. O la eliminación del encarcelamiento por deudas, así como la abolición de los intereses de las mismas. César realiza una amplia reforma agraria, repartiendo tierras estatales entre los miles de desposeídos y las familias. Pero no todo fue de color de rosa, ya que César purgó la administración de los pompeyanos y les quitó sus bienes mediante confiscaciones. César controlaba el ejército y el pueblo, para alcanzar el poder absoluto le restaba acabar con el debilitado senado. Para ello aumento considerablemente el número de miembros del senado, dejándolo en unos novecientos, la mayoría hombres leales, con lo que acabó con la aristocracia senatorial. Un Senado leal y despojado de la mayoría de sus facultades como: el control de los comicios, el gobierno de las provincias o la gestión del erario público. Unas prerrogativas que pasan directamente a manos de César como Dictador Supremo. Sus plenos poderes le llevan a acuñar monedas de oro e iniciar un sistema basado en el oro y la plata, o la famosa reforma del calendario, introduciendo un sistema solar por el que aún nos seguimos rigiendo, en gran medida, hoy en día.
La muerte de César, por Jean-Leon Geromé.
Julio César realizó en poco tiempo un gran número de reformas, y tras la batalla de Munda recibe nuevos honores siendo designado como Imperator, lo que le acercaba aún más a su objetivo de recuperar la Monarquía. ya que ese titulo quedaba asociado a su nombre y podía trasmitirlo de forma hereditaria a sus sucesores. Su figura empezaba a ser divinizada, César representaba el regreso de la monarquía, un funesto régimen abolido por los republicanos en el año 509 a.C. El senado se resistía a nombrarle rey, en cambio en el 44 a.C. le otorga el titulo de dictador perpetuo. Según Plutarco "... le declararon dictador por toda su vida, lo que era una no encubierta tiranía...". La política reformista de César encaminada al retorno de la Monarquía es violentamente interrumpida por su asesinato en marzo de ese mismo año. Una conjura de senadores y aristócratas disconformes con su política acaba con su muerte a manos del famoso Bruto. El Senado pensó que la República podía ser salvada, pero era un régimen muerto, las reformas de César habían sido profundas y habían transformado sustancialmente la sociedad romana. Y tras otro fallido Triunvirato, Octavio, sobrino de César, supo ser continuador del legado de su tío. A su muerte en el 14 d. C, Octavio, ya Augusto, fue divinizado poniendo las bases de un gobierno Monárquico incompatible con la República. Desde entonces la Historia de Roma es la del Imperio y la de las formas de transmisión y de acceso al poder.
Gran artículo sobre esta figura eterna de nuestra historia. Muchas gracias por recordárnosla amigo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, me alegra mucho que te haya gustado este pequeño acercamiento a una figura tan interesante como Julio César.
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