Personajes singulares de la Historia II: Cyrano de Bergerac.


Cyrano de Bergerac (1619-1655) cuya vida es bien conocida al convertirse en mito literario, gracias a la obra de teatro de Edmond de Rostand estrenada en 1897. Una obra ambientada en la Francia de mediados del S. XVII, que nos presenta a un Cyrano valiente, contrario a la nobleza vanidosa. Con la única tara de su enorme nariz, que le hacen desesperar por conquistar a la mujer de la estaba enamorado, en cuyo periplo vive curiosos sucesos relatados con un gran virtuosismo verbal y grandes diálogos. Es una obra teatral arriesgada, que alcanza una gran popularidad, no en vano en 1991 se haría una adaptación cinematográfica protagonizada por Gérard Depardieu. Esta inmensa popularidad en la ficción, nos hace olvidar que el personaje de Cyrano es real, siendo un poeta cuya fantasía estaba adelantada a su tiempo, llegando a ser un personaje con cierto relieve en la Francia del S. XVII.

Cyrano de Bergerac, la película.

El verdadero Cyrano nace en París, es contemporáneo de Molière, y llego a realizar obras teatrales cómicas, como la Muerte de Agripina, que provocó un gran escándalo al negar implícitamente el dogma cristiano de la inmortalidad del alma. Y una novela en dos partes, El Otro Mundo: Los Estados e imperios de la Luna y del Sol, considerada una de las primeras novelas de ciencia ficción. En ella Cyrano describe en primera persona un viaje imaginario que realiza a la luna, en unos cohetes de su invención, relatando sus experiencias con las gentes que vivían allí. La obra es una trasgresión de las concepciones tradicionales del hombre y la tierra como centro del universo, e incluso que pone en tela de juicio el dogma bíblico de la creación del hombre y del mundo, por lo que sería un visionario adelantado a su tiempo. Para sus contemporáneos fue resultado de la fantasía e ingenio del autor.

Cyrano en sus viajes por la Luna y el Sol.

Cyrano realiza numerosos textos cargados de ironía y burla. Textos que son la base de la obra de Edmond de Rostand, de donde extrae esos discursos amorosos, o ese ingenio satírico con el que desafía a la nobleza, de la que se burla constantemente. Cyrano era un apasionado de la libertad, y rechazo ponerse bajo la protección de un noble, como hacían sus contemporáneos. También era fantasioso y arrogante, en esas cartas burlescas y amorosas no deja títere con cabeza criticando a malos actores, arrogantes marqueses, escritores rivales... Esa dimensión satírica de sus textos hace que los tomemos con cierta prudencia desde el punto de vista histórico. Lo que si parece claro es que Edmond le dio una importancia exagerada a su nariz, y que Cyrano tenía una gran devoción por la espada.

Su personalidad está marcada por un espíritu independiente, que le lleva a no ponerse al servicio de un noble, ya que rechazaba el éxito fácil, la adulación o la hipocresía, aunque le costase vivir en la miseria, por lo que se valía de su pluma humorística para sobrevivir. Cyrano es un alma libre, por lo que atrae al romanticismo del XIX, independiente marcado por la pobreza y la inseguridad. De manera que Cyrano se inscribía dentro de corriente de vida, que en su época se denominaba, libertino, como culto a la libertad personal, y no con el significado peyorativo y sexual que tiene en la actualidad. Era un entusiasta de la libertad humana lo que se traducía en un comportamiento al margen de pautas sociales establecidas. El Cyrano histórico, al igual que el literario, era un gran esgrimista y hacía gala de su fanfarronería en los famosos duelos a espada tan habituales en la Francia del XVII.

Cyrano en una de sus múltiples adaptaciones.

Cyrano, como muchos otros músicos, poetas o actores, vivía en estado de bohemia constante, que para los sectores ortodoxos era extraño e inmoral. Esto es atestiguado por un testimonio de un jesuita, que se refería a Cyrano y a su forma de vida en estos términos “un estado de vida irregular y desconocido para nuestros padres, una especie de secta profana de la que Cyrano ha sido el instructor”. Bohemio y libertino, Cyrano destaca por su individualismo, que en su obra intelectual se trasforma en racionalismo, al criticar todo aquello que no se pudiese demostrar racionalmente. Cyrano afirmaba “yo no acato la autoridad de nadie, si no viene acompañada por una razón”. De ese individualismo racional se desprende su negación de la autoridad religiosa, o el poner en duda ciertos dogmas católicos. Entre los libertinos eran usuales esos discursos antirreligiosos, pero Cyrano dio un paso más, lo que le convierte en antecedente de la filosofía de la Ilustración, al estar interesado por la ciencia o la filosofía. Teniendo en cuenta ese individualismo ilustrado podemos entender su famosa cita “... un hombre honesto no es ni francés, ni alemán, ni español, es Ciudadano del Mundo, y su patria está en todas partes...”. Cyrano era un cosmopolita del XVII, con un pensamiento ateo y libertino muy adelantado a su tiempo, con la libertad como bandera fundamental. Una libertad de la que presumimos en pleno siglo XXI, y que quizás no sea tan plena como podamos pensar.

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