Grandes Iconos Universales XXII: La Bacanal de los andrios, Tiziano, 1523-1526.


A inicios del siglo XVI las Repúblicas Italianas gozaban de una preponderancia económica, comercial y cultural muy superior al resto Europa, que sólo tenía parangón con la Brujas flamenca. Destacan Florencia y Venecia, donde va a surgir un humanismo cívico y un gran renacimiento cultural. Banqueros y comerciantes hacen grandes fortunas y se convierten en Mecenas de este gran Renacimiento humano y artístico. Estamos inmersos en el Cinquecento, a inicios del siglo XVI, uno de los momentos cenit de la Pintura Universal.

Autorretrato de Tiziano, hacia 1567.
Con Leonardo, Rafael, Miguel Ángel, Tiziano o Veronés la evolución de la pintura es excelsa y sin precedentes. Ya que la pincelada y el color se manejan de forma más suelta, mientras que el dibujo y el contorno pierden su imperio. De forma que, la luz y el color predominan sobre el dibujo. Las formas con claroscuro de sombras y luces adquieren un aspecto redondeado en detrimento de la apariencia plana. La obtención de volumen se convierte en un objetivo capital a través de los sombreados o de juegos de luces y sombras. La luz adquiere mucha importancia y se apaga la obsesión por la perspectiva, adquiriendo los cuadros una profundidad natural. Además el paisaje se enriquece en vibraciones lumínicas, fondos neblinosos, rocas, crepúsculos, matices románticos. Y la composición es clara, las figuras se relacionan con las manos y los ojos, se utiliza la perspectiva aérea.

Dánae recibiendo la lluvia de oro, 1553, ejemplo de su culto al cuerpo femenino.
Venecia, una gran metrópoli comercial, con una floreciente economía, se llena de clientes y mecenas que, para satisfacer su lujo y vanidad, impulsan la producción pictórica. Dentro de una sociedad veneciana marcada por alegría por vivir, el esplendor de sus procesiones y el boato de sus fiestas. Ese esplendor veneciano conduce se plasma en la Escuela Veneciana liderada por Tiziano, Veronés o Tintoretto. Una escuela caracterizada por su culto al color, que prevalece sobre el dibujo que queda en segundo plano. La neblina de la urbe de los canales venecianos sensibiliza la pupila de los pintores, para otorgar más interés a los colores vivos. Dan mucha relevancia a temas secundarios, a la anécdota, a lo trivial, con exaltación del lujo y la riqueza de palacios, telas, música o vestimentas. Se desarrolla una contemplación poética del paisaje, todo se llena de una luz que se siente con pasión romántica.

Venus recreándose con el Amor, 1555, paradigma de esos cuerpos femeninos de Tiziano que influyeron en Rubens.
Tiziano es la gran figura y retratista de la escuela, no olvidemos su Retrato ecuestre de Carlos V en la batalla de Mühlberg. Se inició en el taller de los Bellini (Gentile y Giovanni), su pincelada es suelta y es el maestro de las formas blandas y redondas. Como demuestra en su predilección por los desnudos femeninos e infantiles como en Venus recreándose con el Amor, o Dánae recibiendo la Lluvia de oro. Destaca por su colorido cálido, su suavidad de la piel y gracia flexible de las telas, y su culto a la belleza y al cuerpo de la mujer, que influyó tanto en Rubens. 

La ofrenda de Venus, 1518.
Baco y Ariadna, 1520-23.
No obstante, su cenit pictórico es La Bacanal de los Andrinos (Museo del Prado). La Bacanal fue encargado por Alfonso I del Este, III Duque de Ferrara, para su Camerino de Alabastro en el Palacio Ducal. Formaba parte de un conjunto pictórico de temática mitológica, junto con La Ofrenda de Venus y Baco y Ariadna (que podemos ver arriba), también de Tiziano. Y obras de otros autores como el Festín de los Dioses, de su maestro Giovanni Bellini, que fue rematada y modificada por Tiziano. Como tantas otras veces el discípulo superó al maestro con su sublime Bacanal. Pinturas que en 1598 fueron trasladadas al Palacio Aldobrandini en Roma. Posteriormente, en 1637, Niccolo Ludovisi se las entregó a Felipe IV, por medio del conde de Monterrey, como pago del Estado de Piombino (antiguo señorío independiente de la Toscana), por ello se encuentra en el Museo del Prado.

Dinamismo absoluto en el grupo central de personajes de la Bacanal.
Tiziano convierte, una vez más, un tema mitológico en un cuadro social, en una fiesta alegre y distendida. La bacanal era la fiesta en honor al dios del vino Baco (Dioniso griego) en las que se ingería vino de forma desmesurada, se bailaba, cantaba y se liberaban los sentidos. Un sublime Tiziano exalta el culto al vino enmarcado en la Isla de Andros, una de las Cícladas. El tema está inspirado en la obra Imágenes de Filóstrato, en concreto era una ekfrasis, artificio retórico de la Antigüedad que servía para describir obras de arte. En este caso, Filóstrato describe cuadros mitológicos de una Villa cercana a Nápoles. La idea del Duque de Ferrara era recrear esas villas clásicas y Tiziano quiere homenajear a la llamada "pintura de los antiguos". La recreación de las glorias de la pasado, principal aspiración de la sociedad del Renacimiento. También se inspiró en la literatura de poeta Cátulo, revisando la visión clásica de las festividades de Baco, en la que tenia mucha relevancia el vino y Venus, como Diosa del amor y el deseo carnal. 

Detalle del lema en la partitura de papel y de Violante con la firma de Tiziano.
Tiziano facturó una sublime loa al vino y a sus efectos desinhibidores en los personajes que habitan la isla de Andros, animados por la música y la danza. Una isla en la que por intrecessión de Dioniso/Baco el vino fluye como el agua, por arroyos y ríos. Es curioso como en el parte inferior central el pintor sitúa un trozo de papel en el que consigna el siguiente lema del músico flamenco Adrian Willaert: “quien bebe y no vuelve a beber, no sabe lo que es beber”. Junto a esa declaración de intenciones aparece una mujer recostada en primer plano, que se relaciona con Violante, el amor de Tiziano, es curioso como el pintor firma en el escote de Violante. 

Detalle del sublime desnudo de Venus/Ariadna junto con el niño.
Un culto a Baco y al vino lleno de dinamismo personificado en el numeroso grupo de personajes que se mueven al ritmo de la danza y la música dionísiaca. Movimiento en audaces escorzos y posturas mientras bailan, hablan, y, sobre todo, beben y se sirven vino. Con una atrevida composición. que aprovecha para colocar en un ángulo un espléndido desnudo femenino, que bien podría ser Venus, o Ariadna, hija de Minos, personaje siempre ligado a Baco. Junto a ella, la grácil figura de un niño orinando en uno de esos arroyos de vino.

Detalle de la jarra de vino, que capta toda nuestra atención.
La maestría del pintor logra hacer que nuestros ojos perciban la húmeda y vaporosa atmósfera de la isla de Andros a través de un colorido cálido, fantástico y variado. Obtiene brillos de las telas y de los vidrios y efectos de luz azulada en el cielo. De paso rinde culto a la alegría de vivir veneciana, centrado en la exaltación de la jarra de vino en el centro. Todas nuestras miradas se dirigen hacia el jarro de vino, que es elevado por uno de los personajes del centro. Con un magnífico tratamiento del vidrio y del vino, símbolo dionísiaco por excelencia. Tras la jarra, al fondo, se puede contemplar un senecto hombre barbado, que aparece tumbado presa de los efectos del vino y la celebración en honor a Baco.

Detalle del fondo vaporoso y sensual de la isla de Andros, con la jarra y hombre tumbado con elementos destacados.
La Bacanal sublima el género mitológico superando, ampliamente, a sus maestros y convirtiéndo a Tiziano en uno de los grandes de la pintura universal. Su influencia es tremenda en el tratamiento del desnudo femenino y de como afrontar un tema mitológico. Destacar que fue gran fuente de inspiración para Pedro Pablo Rubens, que llegó a copiar buena parte de las obras del maestro del Cinquecento italiano, y entre ellas la sublime Bacanal. Prueba de que estamos ante otro imperecedero icono universal que ha marcado nuestra mirada y que merece la pena contemplar una y otra vez.

La Bacanal copiada por Rubens

Bibliografía: 
F. Checa. Tiziano y la pintura veneciana del siglo XVI, Madrid: Alianza Editorial, 1997. 
M. Morán Turina. Tiziano. Madrid, Historia 16, 1993.
Imágenes: Wikipedia.

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