Pasajes de la Historia XV: César en Alesia, el fin de la conquista de las Galias.

Vercingetórix arroja sus armas a los pies de Julio César, por L. Noel Roger. 

Año 52 a. C., el procónsul Cayo Julio César había garantizado el orden en las Galias tras sofocar la revuelta de los carnutes y los cenotes, con el ajusticiamiento público de su jefe Acón, y terminar también con la sublevación de los eburones capitaneada por Ambiorix, al que persigue hasta el otro lado del Rin y lo arrasa en Germania. Y, para garantizar un orden duradero, deja a sus legiones invernando entre el Loira y Rin, tras lo cual César decide dedicarse a los asuntos políticos instalándose en Rávena, lugar más cercano posible a Roma en el que podía establecerse sin transgredir la ley. Una ley que señalaba de forma clara que “que ningún magistrado al mando de tropas podía pisar suelo de Roma sin antes licenciarlas...”. Además no podía traspasar la frontera fijada por el río Rubicón para limitar su provincia, la Galia Cisalpina, de manera que, Rávena era la mejor opción para estar al tanto de la política de Roma. Hay que tener en cuenta, que el Triunvirato formado por Pompeyo, César y Craso se tambaleaba por la muerte en oriente de Craso tras ser derrotado por los partos. Sin Craso la alianza entre César y Pompeyo era débil, más aún cuando muere Julia, esposa de Pompeyo e hija de César. El ambiente en Roma era complicado, y toma tintes de preguerra civil cuando es asesinado Clodio, el líder de las facciones plebeyas próximas a César, a manos de Milón, partidario de Pompeyo. Las calles se llenan de partidarios de Clodio y el caos reinaba en Roma, por lo que el senado aprueba la moción de convertir a Pompeyo en cónsul único. César acata la decisión a cambio de mantener su programa de ser segundo Cónsul y mantener su mandato en las Galias. 

Estatua de César en Rímini.

Mientras tanto, los jefes de las tribus galas deciden acabar con el invasor romano y reanudar las hostilidades contra César. de modo que César debe dejar los asuntos políticos por un tiempo y centrarse en la rebelión que se estaba forjando. Y que comienza con el ataque galo a Cenabo (Orleans) cuidad aliada de Roma y llena de mercaderes romanos. Pero la clave para los galos era que las tribus de la zona de Auvernia, con capital Gergovia, se unieran a la sublevación, pero en principio se niegan al tener buenas relaciones con Roma. Es el momento en el que aparece la figura clave de Vercingetórix, jefe del clan dominante entre los pueblos arvernos. Vercingetórix era hijo de Celtilo que había sido derrocado por los galos al intentar convertirse en rey. Según Cesar, los galos eran contrarios a la monarquia, sus pueblos estaban divididos en bandos liderados por jefes, que eran elegidos por su prestigio y capacidad para movilizar hombres en caso de guerra. Eran una especie de “primus inter pares”, que estaban sometidos a la autoridad de una asamblea de notables. Una asamblea que destierra a Vercingetórix, que en el exilio se hace fuerte y muchos se van uniendo a su tropa, que pronto ocupa la capital Gergovia, y Vercingetórix es nombrado rey de Auvernia. Los galos habían encontrado un nuevo caudillo y bajo su mando se unen todas las tribus del oeste de las Galias. Un caudillo que va a liderar un gran y disciplinado ejército contra el temible César. La guerra estaba servida y César demuestra, una vez más, astucia y capacidad de reacción al darse cuenta de que los galos querían atacar a aquellas legiones que estaba pasando el invierno entre el Loira y el Rin. por lo que César, con premura, se traslada a Narbona desde allí envía sus tropas sobre los galos a través de la nieve de las montañas Cevennes. Una maniobra que no esperaban las tropas galas que se creían protegidos por las Cevennes y sus caminos con más de dos metros de nieve. Y Vercingetórix acude en su auxilio dejando la zona de las legiones romanas. Y César con gran astucia deja sus tropas al mando de Bruto, y se marcha apresurado hacia la zona de sus aliados los heduos, y allí aglutina a sus legiones y con ellas se traslada al otro lado del Loira.

Mapa de las tribus y regiones de la Galia.

El caudillo galo, ante la sagacidad de César, inicia una nueva ofensiva, y lo hace quemando las ciudades de los galos de la zona, los bitúriges, tras llegar a un acuerdo con ellos. Es lo que llamamos luego la técnica bélica de la “tierra quemada”, que ya fue utilizada antes por los persas, según Heródoto, y que tan utilizada ha sido posteriormente en la desgraciada historia bélica de la humanidad. Mientras que César decide asediar Avaricum, la capital de bitúriges y única ciudad no quemada por el caudillo de los arvernos, y una vez más, el ingenio de César se hace patente. Al idear una estrategia basada en la creación de un terraplén para levantar el terreno y dos torres que harían accesibles las murallas. Sin embargo, Vercingetórix ataque por fuera, y dentro de la cuidad los galos se defienden con astucia creando galerías para inutilizar el desnivel de terreno de los romanos, y creando torres desde las que lanzan enormes piedras y maderos en llamas. A pesar de la gran defensa nada puede impedir el asalto de las tropas de César, los galos de Avaricum intentan salir por las puertas y es una masacre, según las crónicas sólo sobreviven 800 de los cuarenta mil defensores de la ciudad. César decide mantenerse en Avaricum hasta que pase el invierno, y este fracaso, curiosamente, refuerza el liderazgo de Vercingetórix que recompone su ejercito con aportaciones de toda la Galia.

Vercingetórix, mitificado en una moneda como el dios Apolo.

Tras terminar el invierno, César vuelve a la carga, primero asegura su alianza con los heduos, en esa zona divide en dos sus tropas: cuatro legiones irán a la zona de Lutecia (Paris) y César marcha hacia el sur con la intención de atacar Gergovia, la capital de Auvernia, con el convencimiento de que el líder de los arvernos regresará para defender su ciudad. Y por supuesto así sucede, y Vercingetórix establece su campamento en Gergovia que está situada en una alta colina, mientras que César se establece en el llano. La situación era muy favorable para los galos, César realiza una ataque definitivo pero sus tropas son rechazadas y ante las notables bajas sufridas no tienen más remedio que retirarse. Estamos ante la primera derrota sufrida por César en las Galias, a la que se une la traición de los heduos, que finalmente reconocen a Vercingetórix como jefe único. De esta forma, Vercingetórix es ya el caudillo total de los galos, un héroe mitificado, que cuenta con una gran ejército, y decide dar el golpe definitivo a César al que cree muy debilitado. El genio de César se hace patente de nuevo, al regresar con premura hacia el norte para juntarse con sus tropas de la zona del alto Sena, a las que añade caballería formada por germanos. Que van a repeler el ataque galo, por lo que el caudillo galo, tras recomponerse, marcha para defenderse a Alesia, la capital de los mandubios, iniciándose el célebre sitio de Alesia. Una cuidad situada en una alta colina donde Vercingetórix había decidido defenderse de César con quince mil caballos y ochenta mil hombres. 

Estatua Ecuestre de Vercingetórix. 

Un asedio que se prolonga por más de dos meses en el verano del 52 a. C., según el propio César en sus comentarios sobre la Guerra de las Galias señala que Alesia “... estaba en lo alto de una colina, en un lugar muy elevado, de modo que parecía inexpugnable a menos que se la asediará. las raíces de la colina están bañadas por dos lados por sendos ríos (...) Por todas está rodeada, a una distancia no muy grande, por colinas de altura parecida...”. Y esa es la clave del asedio que Alesia era susceptible de ser rodeada en todo su perímetro por las tropas de César. Por lo que la ciudad sería fácilmente derrotada por hambre tras establecer un cerco, y César se pone manos a la obra. Rodeando la ciudad por un cerco de 18 kilómetros con varios campamentos en puntos estratégicos y más de veinte puestos de vigilancia o torres fortificadas. Vercingetórix se ve sorprendido e intenta sin éxito impedir la formación del cerco, por lo que lo único que le queda es intentar salir antes de que complete el cerco. Y así lo hace manda salir a su caballería para pedir ayuda, una desesperada medida que tiene éxito. César alertado por la venida de refuerzos a la ayuda de Alesia desarrolla toda una serie de estrategias para atacar y defender,

Reconstrucción del sistema defensivo de César.

César se convierte según T. Mommsen en “el sitiador sitiado” y desarrolla todo un sistema de defensa por ambos lados. Esto es, lo establece mirando hacia Alesia y de forma paralela en la retaguardia para protegerse de los refuerzos galos, en un sistema espectacular de defensa simétrico compuesto por (de fuera hacia dentro): un foso lleno de agua, una zona llena de trampas enterradas llamadas “lirios”, que eran hoyos con estacas semi-enterradas y afiladas con fuego, que se completaban con los llamados “aguijones” o estacas con punta metálica. Una zona de zanjas de metro y medio de profundidad con estacas afiladas y unidas llamadas “cepos”, un primer y tremendo foso seco de seis metros de ancho y de profundidad en forma de V, para impedir ataques ya que era imposible pisar el fondo. Y finalmente refuerza el cerco con una empalizada jalonada por torres de tres pisos levantadas cada 120 metros, sobre una gran desnivel de tierra reforzado por maderas afiladas. De este espectacular modo, César estaba preparado para defenderse y atacar Alesia, mientras que los galos esperaban sus refuerzos un mes después de la salida de su caballería en busca de socorro.

Plano de Alesia.

Estamos ya en septiembre los galos deciden deshacerse del lastre que suponen los llamados no aptos para la lucha (ancianos, tullidos, niños y mujeres) y en una cruel decisión los echan de la ciudad, César, lógicamente no se ocupa de ellos, y quedan en tierra de nadie expuestos a una muerte segura. Y es a mediados de septiembre cuando llegan los refuerzos galos, y no son pocos, son un gran contingente formado por aportaciones de toda la Galia que multiplica por cuatro a las legiones de César, estamos hablando de 240.000 hombres por solo 60.000 legionarios romanos. Se podía decir que el gran César estaba rodeado y en situación muy complicada justo antes de la batalla final. El primer movimiento lo hacen los galos avanzando con su caballería hasta el llano y quedando cortados por el foso de seis metros de César, y los sitiados en Alesia tapan el foso con tierra y se unen a la ofensiva. Sin embargo, César envía a su caballería germana y, finalmente los galos deben retroceder derrotados y buscan de nuevo refugio en la ciudad. Posteriormente, los galos rearmados con escalas, garfios o jabalinas deciden atacar, tanto por fuera como desde dentro de la ciudad, en medio de la noche. pero se van a topar con ese gran sistema defensivo ideado por César, los galos caen en los aguijones, las zanjas con cepos y por las picas lanzadas desde la empalizada, y los pocos que sobreviven se retiran. Los galos se replantean su estrategia y buscan puntos débiles en ese sistema defensivo de los romanos, descubriendo una de las torres defensivas que es favorable para atacar al estar en situación de peor defensa, un emplazamiento romano defendido por dos legiones, unos doce mil hombres. Y los galos deciden atacar con unos setenta mil hombres, y al mismo tiempo el resto de tropas con Vercingetórix al frente salen de Alesia, los romanos estaban siendo atacados ferozmente por dentro y por fuera. No obstante, César actúa una vez más con astucia ante una situación tan grave, mandando a su caballería para que atacará por la retaguardia a los galos, que se ven del todo sorprendidos siendo apresados varios de sus jefes, y no teniendo más remedio que huir. Por su parte los de la cuidad se refugian de nuevo ante el acoso de la caballería de romana. César había triunfado con una gran estrategia y un extraordinario sistema defensa, había derrotado a un ejército cuatro veces superior en número. Al día siguiente el líder de los galos Vercingetórix depuso sus armas ante César, poniendo fin al asedio de Alesia y a la conquista romana de la Galia en septiembre del 52 a. C.

El mundo de la Roma de César tras la conquista de las Galias.

En palabras del propio César en su obra La Guerra de las Galias “... Vercingetórix, convoca la asamblea, explica que no ha emprendido esta guerra por propio interés, sino a causa de la libertad común (...) él se ofrece a ellos para lo que deseen, ya sea para satisfacer con su muerte a los romanos, ya sea para entregárselo vivo. Se envían legados a César para tratar de ello. Éste ordena que sean entregadas las armas y llevados ante él los jefes (...) Hasta allí son llevados los jefes. Vercingetórix se rinde, se arrojan las armas”. Según las Vidas Paralelas de Plutarco ... Vercingetórix, tomó las armas más hermosas que tenía, enjaezó ricamente su caballo, y saliendo en él por las puertas dio una vuelta alrededor de César, que se hallaba sentado, se apeo después y arrojando la suelo la armadura se sentó a los pies de César y se mantuvo inmóvil hasta que se le mandó llevar y poner en custodia”. De esta manera, las Galias estaban finalmente en manos de César. Pero el triunfo definitivo de César debía ser político y se consiguió tras una guerra civil, y las victorias finales ante el bando de Pompeyo, en las famosas batallas de Farsalia, y posteriormente de Tapso en el 46 a. C.. César celebró su gran victoria con una triunfal entrada en Roma, y el derrotado caudillo galo Vercingetórix iba arrastrado en uno de los carros triunfales tirados por elefantes, finalmente su cabeza será cortada delante del nuevo Dictador Supremo e Imperator de Roma. César realiza profundas reformas que hacen que se gane el odio de una gran parte del senado, que pensaba que la República podía ser salvada tras la muerte de César a manos del famoso Bruto, pronto se comprobó que la gran y virtuosa República era un régimen ya muerto y finiquitado.

Bibliografía: 
Cayo Julio César. La Guerra de las Galias. Gredos, Madrid, 1996.
T. Mommsen. Historia de Roma. Aguilar, Madrid.1970.
J. M. Roldán y otros. Historia de Roma. Ed Universidad. Salamanca.1995.

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