Grandes Mitos de la Antigüedad I: Helena de Troya.

El amor de Helena y Paris, Jacques Louis David.

Helena de Troya es uno de los personajes mitológicos más relevantes y que más literatura ha generado de la Antigüedad, por su inusitada belleza los griegos se lanzan a la célebre Guerra de Troya. Su desgraciado protagonismo en dicha guerra, por su culpa fue destruida la mítica Troya, la convierte no sólo en la más bella mortal de la mitología griega, sino que además su halo seductor y encanto proverbial hacen de ella un personaje fascinante, que se erige como protagonista de distintas creaciones literarias a lo largo de la historia, desde los poemas homéricos, hasta distintas odas y tragedias. Es el propio Homero en su Ilíada el que señala como origen de la Guerra de Troya el rapto de Helena, en el canto III de la Ilíada podemos leer “... no es extraño que troyanos y aqueos de hermosas grebas / por una mujer así anden largo tiempo sufriendo dolores / ¡tremendamente se asemeja en su aspecto a las diosas inmortales!...”. Una extraordinaria belleza que tiene que ver con su no menos extraordinario nacimiento. 

Leda y el Cisne, Rubens

El responsable es el humano y mundano dios Zeus en una de sus múltiples metamorfosis, que utilizaba para yacer con las más bellas mujeres de Grecia. Si para raptar a Europa se disfrazó de toro, para unirse a Leda, la bella esposa del rey espartano Tíndaro, se trasforma en un cisne. Tras esa metamorfosis Leda puso dos huevos: de uno nacieron Helena y Pólux, ambos inmortales, y del otro Clitemnestra y Cástor, mortales. De manera que, Helena y Polux son hijos de Zeus, y Clitemestra, luego esposa del célebre Agamenón de Micenas, y Castor eran hijos de Tíndaro. Según otra vertiente del mito Helena sería hija de la diosa Némesis, diosa griega de la venganza y la fortuna, que también yació con Zeus en forma de cisne, y fue Némesis la que fabricó el huevo, que Leda encontró en su jardín y adoptó como Helena. Sea como fuere su belleza superaba a la de todos los mortales y pronto su fama se extendió por toda Grecia. Los grandes reyes de su tiempo acudían a Esparta para pedir la mano de Helena a Tíndaro, de manera que, el palacio espartano se lleno de pretendientes. Que tuvieron que realizar un juramento de lealtad a Tíndaro, ideado por el célebre Odiseo, por el que deberían aceptar de buen grado al pretendiente elegido. Y éste no fue otro que Menelao, hermano del poderoso Agamenón, que en virtud de dicho matrimonio se convierte en rey de Esparta. 

El Juicio de Paris, Rubens

Del matrimonio, incluso, nace una hija, Hermíone, pero un personaje clave va a entrar en escena, el bello Paris, príncipe de Troya e hijo de Príamo. Al que la diosa Afrodita le había prometido el amor de Helena, la más bella de las mujeres, como premio por haber decidido a su favor en el concurso de belleza, o Juicio de Paris, que la había enfrentado a Hera y Atenea, por ver cuál era la más bella de las diosas. El príncipe troyano llega a Esparta, donde fue recibido hospitalariamente por Menelao y Helena. Sin embargo, aprovechando que Menelao se ausentó de la corte para viajar a Creta y asistir al funeral por la muerte de su abuelo materno, Catreo, Paris seduce a Helena. Una Helena que ya había sido raptada una vez anterior, según la tradición clásica, por el héroe ateniense Teseo en compañía de su amigo Pirítoo. Ahora, quizás no es técnicamente un rapto, ya que pronto Helena queda prendada de Paris, que partió raudo con Helena y como un gran botín hacia Troya. Homero en la Ilíada nos muestra a una Helena avergonzada por abandonar su hogar y dejarse seducir por el príncipe Paris, pero queda bastante claro que lo hizo por su propia iniciativa. De forma que, estaríamos hablando de una fuga, más que de un rapto, no obstante, lo que está claro es que ese “rapto” provocó una de las guerras más míticas de la Antigüedad. En la Ilíada Homero, a través de Príamo, disculpaba o restaba responsabilidad a Helena diciendo “... para mi tu no eres la culpable de nada; los responsables son los dioses / que me trajeron esta guerra, fuente de lagrimas, contra los aqueos...”. Según Homero los dioses intervinieron constantemente en la batalla, por un lado, Hera y Atenea en ayuda de los griegos, y por otro Afrodita y Apolo como aliados de los troyanos.

El rapto de Helena, Giordano.

Lógicamente, la marcha de Helena provoca la ira de Menelao, que pidió ayuda y consejo a su hermano Agamenón, lo que provocó la marcha de una gran flota griega para recuperar a Helena y restaurar el honor del rey de Esparta. Al frente de este gran contingente aqueo iban, según Homero, los grandes reyes y héroes de la Griega arcaica: Agamenón, Odiseo, Atridas, Nestor, el gran Aquiles o Diomedes. Grandes nombres para enfrentarse a Príamo y sus hijos, sólo por la infidelidad de una mujer, en una guerra que duró diez años. Antes del inicio de esa gran guerra, Menelao y Odiseo fueron como embajadores a Troya para reclamar a Helena y el botín que se habían llevado con ella, pero los troyanos se negaron a devolverla, y no fueron asesinados gracias al consejero troyano Antenor que convenció a Primao para que los dejara marchar. La guerra fue larga y cruenta, muchos grandes hombres murieron, como el noble Hector, hijo de Príamo, o el mítico Aquiles, pero esa guerra es motivo de otro pasaje de la Historia y no me extenderé hablando de ella. El final de la guerra es bien conocido por todos, es casi un icono de la Humanidad, la argucia de Odiseo (Ulises), el que recomendó a Tíndaro que casará a Helena con Menelao, que ideó ese famoso caballo de madera, gracias al cual los aqueos penetran en Troya y saquean la ciudad. Los griegos queman y arrasan Troya, matando a todos los hombres y esclavizando a sus mujeres. Según la tradición tras quemar Troya, Menelao encuentra a Helena y su primer impulso es matarla pero, de nuevo, queda indefenso ante sus bellos encantos, por lo que la perdona y regresan a Esparta reconciliados. La fortuna de muchos de los participantes en la guerra fue mucho más terrible y azarosa, como la de Agamenón que es asesinado a su regreso a Micenas por su esposa Clitemnestra, o el famoso viaje de regreso de Odiseo tan magníficamente relatado por Homero en su Odisea.

Murallas de Troya.

No obstante, hay otra versión sobre el regreso de Helena, según la cual los troyanos aseguraron a Odiseo y Menelao, antes de la guerra, que no tenían en su poder a Helena ni sus tesoros y que todo ello estaba en Egipto con su rey Proteo. En línea con este hecho, dicho mito es recogido por el poeta Estesícoro, que, según la leyenda, quedó ciego al cantar el adulterio de Helena, por lo que acabo escribiendo una segunda Oda, para reclamar el perdón de Helena, en el que cuenta esa nueva versión. Que luego es utilizada por Euripides en su tragedia Helena, que señala que Helena no estuvo en Troya y que los griegos lucharon por rescatar un doble falso fabricado por Hermes, bajo mandato de Hera. Algo más plausible es que Helena pasara los años de la guerra de Troya en Egipto, Heródoto parece confirmar esta versión, argumentando que si Helena hubiera estado en Troya habría sido devuelta a los griegos porque ni Príamo ni el resto de troyanos habrían aceptado correr el riesgo de la guerra solo para complacer a Paris. Del supuesto doble de Helena nada más se supo, y Menelao al no encontrar a Helena en Troya, viajó a Egipto, en su viaje de regreso a Esparta, donde, en efecto, encontró a la verdadera Helena.


Menelao sostiene a un Patroclo moribundo, Plaza de Signoria (Florencia)

Una versión que contradice el mito homérico, para Homero la Helena de la Ilíada es clave en la Guerra de Troya y está muy presente en el asedio a Troya, donde vive melancólica y exiliada. Más aún cuando el cobarde Paris huye de su célebre enfrentamiento con Menelao, ella desprecia la cobardía de su amante y se reprocha a si misma por la situación que ambos habían generado, diciendo en el canto VII de la Ilíada “... a nosotros Zeus nos ha dado un funesto destino, para que a los venideros les sirvamos de tema en sus cantos...”. Mientras que la Helena de la Odisea es una noble y refinada reina, que intenta mantener su pasado alejado de su mente, pero no lo consigue. En la propia Odisea Homero nos cuenta como, años después de la Guerra de Troya, Helena y Melenao reciben en su palacio de Esparta la visita de Telémaco, hijo de Odiseo. Un Telémaco que disfruta de la hospitalidad de Helena, y consigue reavivar el recuerdo de la guerra de Troya, ya que logra que le cuenten muchas de las peripecias de su padre en Troya. Además, hay que mencionar la célebre Defensa de Helena del sofista Gorgias de Leontinos, que en el siglo V a. C. viene a defender la inocencia de Helena, justificándola diciendo que Helena se vio imponente y nada pudo hacer ante el poder de los Dioses y los filtros amorosos utilizados por París que turbaron su razón. 

Helena y Paris en una cratera de figuras rojas, siglo IV a. C.

Y por una vida tan azarosa los dioses tenían reservado a Helena un gran final, según el mito clásico, Helena tras ser divinizada, como hija de Zeus, es llevada por los Dioses a los Campos Elíseos donde gozará de la virtud eterna junto a su esposo Menelao. No obstante, hay otra versión del final mítico de Helena, según esa versión una Helena ya divina se retiró a una isla, la Isla Blanca del Mar Negro. Donde va a coincidir con Aquiles, el gran héroe muerto en Troya, con el mantiene una relación amorosa, son la pareja perfecta, el más bravo héroe griego y la más bella de las mujeres, con Aquiles Helena logra finalmente la felicidad. Lo que está claro es que cualquiera de los dos son finales dignos para la eterna Helena, la hija de Zeus y la más bella de las mortales. En definitiva, estamos ante uno de los personajes míticos más controvertidos de la Grecia antigua, por su relevancia en la guerra de Troya y por toda la literatura que ha generado.

Bibliografía:
Homero. La Ilíada y La Odisea
Hard Robin. El gran libro de la mitología griega. Madrid, 2008.
D. Hernández. La mitología contada con sencillez. Madrid, 2005.

Comentarios

  1. Muchas gracias amigo Pedro por tus palabras y por pasarte por Mundo de babel una vez más. Y mil gracias por tu felicitación Navidad, te deseo lo mismo que pases una gran y feliz Navidad con tu familia y tu hija. Otro fuerte abrazo amigo.

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  2. Pedro: Muy buen Blog. Soy Profesor de Literatura y me gustaría usar algunas cosas de tu material para un Blog que estoy armando para mis estudiantes. ¿Será esto posible?
    Desde ya, te agrego a mis favoritos.
    Saludos cordiales,
    Alfredo

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    Respuestas
    1. Muchas gracias Alfredo por tus palabras y por pasarte por mi Mundo de Babel. Tienes mi permiso para utilizar partes de mi material para ese blog que estás elaborando con tus alumnos, espero que sea útil.
      Otro cordial saludo.

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