Grandes Iconos Universales IV: Las Meninas (La Familia de Felipe IV). Velázquez,1656.
Las Meninas es la obra cumbre y cúspide en la constante evolución pictórica de Velázquez. “Menina" es una palabra de ascendencia portuguesa con la que se designa a la doncella de honor. Se trata del supremo retrato de grupo-familiar, aunque muy peculiar, de algunos miembros de la Familia Real y otros próximos de la Corte. En uno de los salones de palacio son representados: el propio pintor, Diego Velázquez; doña María Agustina de Sarmiento, quien se reclina ligeramente ante la infanta Margarita, doña Isabel de Velasco, la enana Mari Bárbola y el enano Nicolasito Pertusato, pisando al mastín que queda tumbado en primer plano. En segundo término, Doña Marcela de Ulloa, encargada del servicio de las damas de la reina y, seguramente, D. Diego Ruiz de Azcona, la sombra que le envuelve dificulta su perfecta identificación. Al fondo, ante el vano de la puerta, el mayordomo de Palacio, D. José Nieto, recortando bruscamente su oscuro perfil sobre el hueco de la puerta fuertemente iluminado. Y reflejados en el espejo, la reina Mariana de Austria y el rey Felipe IV. Además en la pared del fondo, cuelgan cuadros mitológicos de Rubens (Palas y Aracne) y Jordaens, (Apolo y Marsias). Algunos dicen que está retratando a los reyes, sin embargo, para muchos lo que se recoge Velázquez en este gran lienzo es precisamente el grupo de las Meninas, y la interrupción de los propios monarcas, lo que es aprovechado por la infanta para tomar un poco de agua que le sirven en bandeja de plata, captando así un instante fugaz lleno de originalidad. La sensación de movimiento paralizado puede verse en las actitudes y las miradas. Todo bajo una gran ambigüedad, sembrando la duda y la curiosidad en el espectador por saber qué es lo que hay en ese lienzo que se nos muestra de espaldas.
Detalle lateral de la Meninas.
Las Meninas señalan a Velázquez como el supremo retratista de la historia del arte, al saber trascender el género del retrato y aproximarlo al de la Historia. La misión de Velázquez es tan compleja como su obra, y no es otra que perpetuar la imagen de la monarquía. Un retrato de grupo histórico en el que para autorrepresentarse, Velázquez elige una compleja y sublime composición, con la que deja muchas preguntas en el aire, con lo que entendemos que el pintor presupone la existencia de un espectador inteligente, convirtiendo la contemplación del cuadro en una experiencia visual e intelectual.De manera que, Velázquez sabe combinar de forma excepcional una enrevesada ambigüedad con su maestría única, su rigor intelectual y su constante anhelo de belleza. Además las Meninas evidencian la conciencia histórica de Velázquez, ya que el destinatario de la obra es Felipe IV, el mayor coleccionista de Europa, pero el pintor sabía que era un espectador efímero y que su ambiciosa obra iba a tener una vida mucha larga que el monarca, de ahí la gran cantidad de alusiones de tipo personal que incluyó en la obra. Un hecho que nos define a Velázquez como un pintor muy seguro de si mismo y muy consciente de su relevancia y originalidad. Está claro que la obra generó un gran impacto visual sobre sus espectadores contemporáneos. Según Michel Foucault en las Meninas “el pintor observa, con el rostro ligeramente vuelto y la cabeza inclinada sobre el hombro. Fija un punto invisible, pero que nosotros, los espectadores, podemos identificar fácilmente porque ese punto somos nosotros mismos...”
Detalle de la parte central de las Meninas.
La sensación de profundidad espacial queda asegurada con la disposición de las figuras escalonadamente, dispuestas en distintos planos a lo largo de la estancia. Y se acentúa con la puerta abierta al fondo, recurso frecuente en la pintura holandesa de interiores, permitiéndonos imaginar que el espacio continúa más allá de la misma. Casi todas las miradas de los personajes del cuadro convergen hacia el espectador, haciéndolo participar de la escena. Aunque indudablemente no es el foco de su atención, sino los reyes que tenían la posición que hoy ocupamos nosotros, incluyendo de alguna manera también el espacio que queda fuera de los límites del cuadro. Es paradójico que los reyes, cuya presencia queda relegada a una imagen borrosa proyectada sobre el espejo, sean precisamente los catalizadores de la acción. Este recurso del espejo nos retrotrae a otro gran icono universal, El Matrimonio Arnolfini. El sabio manejo de la luz facilita el poder dar a cada uno de los 11 personajes que componen el grupo un distinto papel. Los ademanes, la elegancia de los gestos, generan una escena de tremenda naturalidad. La presencia del autorretrato, además en actitud de pintar, con la paleta y los pinceles en la mano, ha sido interpretada como una exaltación de la creación artística, de la condición noble de esta actividad, por cuya valoración luchó durante su vida Velázquez y, por qué no, puede tratarse también de la afirmación personal de la nobleza del propio pintor. Estamos ante un profundo estudio de la perspectiva aérea, con el espacio y la luz convertidos de nuevo en los auténticos protagonistas. Con gran detenimiento, la luz y la atmósfera se reducen a su imperio las líneas, perfiles imprecisos, formas convertidas en manchas.
Las Meninas de Picasso.
Palomino en el s. XVIII señaló en referencia a la Meninas que “entre las figuras hay aire ambiente”, es en el aire iluminado y en la profundidad visual donde estriba la genial y genuina esencia de su arte. Velázquez sublima el manejo de la luz y la conquista de una profundidad que nunca serán superados. Para E. D’Ors, Velázquez “es como un cristal sobre el mundo”, para J. Evans pintaba “la esencia de la dignidad del ser humano”, por su parte Mayer destaca “el modo armonioso con que explota luces y sombras”. Su grandeza, jamás superada, hace que sea inspiración para los dos otros grandes pintores españoles de la historia, Goya y Picasso, que lo estudian con detenimiento y hacen versiones de su obra aceptando la supremacía del genio de Velázquez.
Espléndida entrada amigo, como amante del arte que soy he disfrutado con ella de principio a fin. Sin duda alguna la obra maestra más impresionante en cuanto a pintura se refiere que he podido contemplar.
ResponderEliminarMuchas gracias, un placer pasarme por tu blog, te vas superando con cada entrada.
Un saludo :-)
Una entrada a la altura de esta imponente obra maestra. Me ha hecho disfrutar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por tus palabras Pedro, es un placer para mi que te pases por mi blog. Me alegra que te haya parecido interesante, las Meninas son una maravilla universal y sólo he intentado hacer un pequeño esbozo de su importancia. Un saludo amigo
ResponderEliminarMuchas Gracia Ricardo, para mi es mi gratificante que hayas disfrutado con mi entrada. Un abrazo amigo
He visto tu blog en el del Pedro de Mingo y aquí estoy. Me ha parecido interesante tu artículo sobre este cuadro universal, "La familia de Felipe IV" o simplemente "La familia" que no cambió su nombre por el de Meninas hasta que en tiempos de Madrazo, director del Museo del Prado, lo anotó con ese nombre en el catálogo, en 1834.
ResponderEliminarHa una novela de Nestor Luján, entretenidísima, pero rigurosa, de título "Los espejos paralelos" donde se habla de muchísimos detalles de la obra. Los datos de la edición, si te interesa, los puedes tomar en mi blog, en la pestaña de Bibliografía. Estaría encantado que pasaras por él, también trata de historia. Yo por mi parte me apunto al tuyo. Me ha gustado. Un saludo.
Gracias por tus palabras "desdelaterraza", conozco la novela, pero no la he leído algún día lo haré. oye mi interesante y variado de tema tu blog mi más sentida enhorabuena.
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