Los Iberos: una sociedad guerrera y jerarquizada.
No se puede hablar de un único pueblo ibero sino de una civilización, una cultura que llega desde Andalucía hasta el sur de Francia, entre los siglos VI al II a.C., destacando los iberos del Levante (Edetanos o Ilergetes) y los Iberos andaluces (Turdetanos, Bastetanos y Edetanos). Iberos era el nombre con el que los griegos designaban a los antiguos habitantes de la península ibérica. Unos iberos que contaban con una sociedad marcada diferencias zonales, algunas regiones con centros urbanos importantes y jerarquización social, además de desarrollar una artesanía y un comercio muy desarrollados y otras de ambiente rural primitivas, de sencillos poblados agrícolas y ganaderos. En general, destacan por su carácter belicoso y su fama de grandes guerreros mercenarios, de manera que fueron utilizados por los cartagineses como fuerza de choque en su lucha contra los griegos, por el control de la zona siciliana. Una fama que les llevo a combatir en la propia Grecia a finales del siglo V en el ejército del estratego Aristarco en las Guerras del Peloponeso o incluso apoyando a los espartanos en su lucha contra los tebanos. Su aura de gente aguerrida llega hasta la literatura, el propio Sófocles llego a escribir una obra llamada Iberos.
De su belicosa sociedad ibera apenas nos informan los textos clásicos, por lo que la información debe completarse a través de la arqueología y excavación sistemática de sus asentamientos fortificados y de sus grandes necrópolis. Así conocemos a esta cultura de pueblos heterogéneos denominados Iberos, que mantuvieron intensas relaciones con los pueblos colonizadores de la P Ibérica, primero fenicios y griegos y luego cartagineses y romanos. Este proceso de interacción y aculturación desembocó en una cultura original de gran nivel de desarrollo y extraordinaria singularidad. Como demuestra su magnífica escultura, representada en sus célebres damas, como la de Elche. La arqueología nos informa fundamentalmente de la realidad de su clase dirigente, de sus objetos y productos de prestigio, fiel testimonio de su riqueza e influencia en el control del territorio. De esta forma estamos ante una sociedad marcada por la jerarquización política y social como se puede apreciar en sus establecimientos urbanos. Centros ubicados en lugares estratégicos para controlar y organizar todo el territorio circundante. Su trazado, sus murallas y la presencia de edificios más complejos nos revelan la existencia de un poder que controlaba la organización de las actividades sociales y económicas. Unos edificios complejos y espaciosos asociados a otros espacios como almacenes colectivos o lugares de culto, que nos hablan de un grupo social superior con una vinculación intencionada a la divinidad, para garantizar su posición privilegiada dentro de la comunidad. Nos encontramos con un grupo dirigente ibero estrechamente ligado a la divinidad, que será el origen de las monarquías iberas. Una monarquía que toma su carácter sacro del mundo oriental, dicha monarquía daría paso a una aristocracia de carácter gentilicio. Surgiendo una serie de caudillos militares unidos a un grupo de guerreros mediante la llamada Devotio, una institución propia de las sociedades militares por la que unos individuos quedan vinculados a un líder guerrero mediante lazos de clientela, implicando obligaciones recíprocas, que podían llegar al extremo de la auto-inmolación en defensa de su caudillo militar. Algunos de los nombres de estos caudillos nos han llegado gracias a los textos clásicos, como Orison, causante de la muerte del Almílcar en Elche, padre de Anibal.
De su belicosa sociedad ibera apenas nos informan los textos clásicos, por lo que la información debe completarse a través de la arqueología y excavación sistemática de sus asentamientos fortificados y de sus grandes necrópolis. Así conocemos a esta cultura de pueblos heterogéneos denominados Iberos, que mantuvieron intensas relaciones con los pueblos colonizadores de la P Ibérica, primero fenicios y griegos y luego cartagineses y romanos. Este proceso de interacción y aculturación desembocó en una cultura original de gran nivel de desarrollo y extraordinaria singularidad. Como demuestra su magnífica escultura, representada en sus célebres damas, como la de Elche. La arqueología nos informa fundamentalmente de la realidad de su clase dirigente, de sus objetos y productos de prestigio, fiel testimonio de su riqueza e influencia en el control del territorio. De esta forma estamos ante una sociedad marcada por la jerarquización política y social como se puede apreciar en sus establecimientos urbanos. Centros ubicados en lugares estratégicos para controlar y organizar todo el territorio circundante. Su trazado, sus murallas y la presencia de edificios más complejos nos revelan la existencia de un poder que controlaba la organización de las actividades sociales y económicas. Unos edificios complejos y espaciosos asociados a otros espacios como almacenes colectivos o lugares de culto, que nos hablan de un grupo social superior con una vinculación intencionada a la divinidad, para garantizar su posición privilegiada dentro de la comunidad. Nos encontramos con un grupo dirigente ibero estrechamente ligado a la divinidad, que será el origen de las monarquías iberas. Una monarquía que toma su carácter sacro del mundo oriental, dicha monarquía daría paso a una aristocracia de carácter gentilicio. Surgiendo una serie de caudillos militares unidos a un grupo de guerreros mediante la llamada Devotio, una institución propia de las sociedades militares por la que unos individuos quedan vinculados a un líder guerrero mediante lazos de clientela, implicando obligaciones recíprocas, que podían llegar al extremo de la auto-inmolación en defensa de su caudillo militar. Algunos de los nombres de estos caudillos nos han llegado gracias a los textos clásicos, como Orison, causante de la muerte del Almílcar en Elche, padre de Anibal.
La dama de Elche, supremo ejemplo de la escultura ibera.
En definitiva, la sincrética y belicosa cultura ibérica, con su sociedad jerarquizada marcada por un grupo dirigente detentador del poder, representa el paso de la Prehistoria a la Historia Antigua en la Península Ibérica.
Qué interesante y qué poco conocemos de nuestra cultura. Muchas gracias por la entrada y por hacernos aprender un poco más de nuestro pasado.
ResponderEliminarTe invito a que veas este artículo de mi blog donde hablo de la célebre falcata ibérica, espero que te guste :
http://espanaeterna.blogspot.com/2010/09/la-falcata-la-espada-iberica.html
me encanta la istoria de los iberos
ResponderEliminarHola! muy interesante el artículo. ¿De dónde has sacado el mapa, o en qué obra te has basado? Gracias!!
ResponderEliminarLos iberos como pueblo guerrero es excepcional ,su cultura y organizaciones complejas volcadas a la actividad guerrera son una prueba de su desarrollo, el articulo esta muy bien explicado y el mapa muestra bien la zona de influencia de cada pueblo.
ResponderEliminarMuchas gracias Marcelo, agradezco enormemente tu comentario y me alegro que te haya gustado mi acercamiento al pueblo íbero, un saludo
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