El Ostracismo en la Atenas Democrática.
Óstrakon (plural, óstraka), que significa literalmente trozo de vasija, es el término griego que ha llegado a nuestros días como el famoso destierro por ostracismo, y no era otra cosa que una ley que permitía a los ciudadanos atenienses desterrar durante algún tiempo a los políticos o a otros ciudadanos perniciosos para la Polis. Sobre los trozos de cerámica el pueblo escribía el nombre del político que era un potencial peligro para la comunidad. En la Atenas del siglo V a.C. era una relevante institución política, que salvaguarda su sistema democrático de gobierno de enemigos internos. En realidad, era una institución muy contraria a los que ahora comprendemos por ostracismo y totalmente opuesta al mito del sistema democrático ateniense, ya que se podía condenar al ostracismo a una persona con tan sólo una mera sospecha. La ley o institución del ostracismo fue decretada por Clístenes a finales del siglo VI a. C, junto con otras medidas como establecer como institución suprema a la Ekklesia o asamblea de todos los ciudadanos, acabando con la tiranía al expulsar en el año 510 al último tirano, Hipias. Para mantener a raya a los enemigos del nuevo orden democrático establecido, Clístenes instaura el ostracismo como institución defensiva frente al restablecimiento de la tiranía.
Para que se aplicara la ley del ostracismo una vez al año se reunía la Ekklesia donde se debatía si había indicios suficientes para aplicar el ostracismo, y se convocaba la ostrakophoria, asamblea donde se votaba el ostracismo. Dicha votación se celebraba en el ágora, con unos 6.000 ciudadanos con derecho a voto. Y se realizaba escribiendo en el trozo de cerámica u óstrakon el nombre de la persona que cada uno pensaba que debía ser condenada al ostracismo. Una vez contados los votos el que resultara más votado era desterrado de Atenas durante 10 años, al desterrado se le concedían unos 10 días para preparar su marcha de la Polis. El ostracismo ateniense era una ley preventiva, que se anticipaba a futuras conspiraciones para instaurar la tiranía. No era un destierro ordinario, no se le trataba como un criminal, ni su honor ni propiedades eran tocadas, sólo se le expulsaba del Ática. El ostracismo afectó a algunas de las personalidades más grandes de la Grecia clásica, como el caso de Temístocles, gran héroe de la victoria de Salamina. Tan sólo Pericles, gran forjador de la Democracia ateniense, no padeció nunca el ostracismo. Hay que decir que, en ocasiones, cuando la Polis estaba amenazada por un peligro exógeno, solía concederse una amnistía general, que suponía el regreso de estos personajes tan relevantes para la defensa de Atenas.
Como ocurre siempre con las leyes e instituciones creadas por el hombre el ostracismo fue malográndose con el paso del tiempo hasta llegar a ser un mero recurso, para culpar a una solo persona de las decisiones fallidas tomadas por la Asamblea. De modo que hacia el año 416 a.C. cuando fue condenado al ostracismo Hipérbolo, el último afectado por el destierro, la institución estaba totalmente desacreditada al servir como simple instrumento político para que los políticos poderosos lograran ser exculpados al hacer recaer toda la responsabilidad en pobres cabezas de turco. En definitiva, el ostracismo fue básico en la consolidación de la Democracia clásica de Atenas, pero al igual que otras muchas obras del ser humano decayó hasta autodestruirse por su consabida deficiente utilización. Grandes leyes, instituciones o sistemas políticos han fracasado por naturaleza innata del hombre proclive al ansia de poder.
Para que se aplicara la ley del ostracismo una vez al año se reunía la Ekklesia donde se debatía si había indicios suficientes para aplicar el ostracismo, y se convocaba la ostrakophoria, asamblea donde se votaba el ostracismo. Dicha votación se celebraba en el ágora, con unos 6.000 ciudadanos con derecho a voto. Y se realizaba escribiendo en el trozo de cerámica u óstrakon el nombre de la persona que cada uno pensaba que debía ser condenada al ostracismo. Una vez contados los votos el que resultara más votado era desterrado de Atenas durante 10 años, al desterrado se le concedían unos 10 días para preparar su marcha de la Polis. El ostracismo ateniense era una ley preventiva, que se anticipaba a futuras conspiraciones para instaurar la tiranía. No era un destierro ordinario, no se le trataba como un criminal, ni su honor ni propiedades eran tocadas, sólo se le expulsaba del Ática. El ostracismo afectó a algunas de las personalidades más grandes de la Grecia clásica, como el caso de Temístocles, gran héroe de la victoria de Salamina. Tan sólo Pericles, gran forjador de la Democracia ateniense, no padeció nunca el ostracismo. Hay que decir que, en ocasiones, cuando la Polis estaba amenazada por un peligro exógeno, solía concederse una amnistía general, que suponía el regreso de estos personajes tan relevantes para la defensa de Atenas.
Como ocurre siempre con las leyes e instituciones creadas por el hombre el ostracismo fue malográndose con el paso del tiempo hasta llegar a ser un mero recurso, para culpar a una solo persona de las decisiones fallidas tomadas por la Asamblea. De modo que hacia el año 416 a.C. cuando fue condenado al ostracismo Hipérbolo, el último afectado por el destierro, la institución estaba totalmente desacreditada al servir como simple instrumento político para que los políticos poderosos lograran ser exculpados al hacer recaer toda la responsabilidad en pobres cabezas de turco. En definitiva, el ostracismo fue básico en la consolidación de la Democracia clásica de Atenas, pero al igual que otras muchas obras del ser humano decayó hasta autodestruirse por su consabida deficiente utilización. Grandes leyes, instituciones o sistemas políticos han fracasado por naturaleza innata del hombre proclive al ansia de poder.
Qué curioso, nunca imaginé que el término viniera de la antigua Grecia y que se llamara así por el óstrakon o vasija que se utilizaba. Está claro que aquella lejana cuna de nuestra civilización europea sigue viva, al menos, en muchos de nuestros términos, aunque si profundizamos un poco más la veremos en nuestras costumbres, nuestras leyes y en el pensamiento europeo.
ResponderEliminarMuchas gracias por la entrada Pedro, realmente muy interesante.
si mucha razon en eso
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