Personajes Singulares de la Historia V: SÉNECA
Séneca según un grabado de Rubens.
En esos años iniciales de Nerón, Burro y Séneca hacían la labor de ministros del emperador, llevando a Roma a una época dorada. Como señala Suetonio en sus Vidas de los Césares, está época está marcada por los gestos de piedad y las coherentes políticas de gobierno. Indica Suetonio sobre Nerón, “…declaró que gobernaría siguiendo los preceptos de Augusto, e hizo gala (…) de liberalidad, clemencia, e incluso amabilidad. Abolió o disminuyó los impuestos demasiado gravosos…”. Repartió dinero entre el pueblo, daba discursos y hacía lecturas públicas de poemas. Mejoró la administración de justicia, reguló mejor el comercio, y renunció a ampliar el imperio para evitar guerras. Llegó a decir “¡Cómo me gustaría no saber escribir!” al firmar una sentencia de muerte. Ofreció al pueblo grandes espectáculos y juegos escénicos, que pronto se tornarían excesivos. Séneca en esa primera etapa dedica a Nerón una diatriba filosófica, en la que ensalzaba, como virtud más digna de un monarca,
Platón, Séneca y Aristóteles. en una miniatura medieval.
De forma que a pesar de su ética estoica se mantuvo cercano a Nerón, incluso hasta los primeros asesinatos: de Británico, hijo de Claudio, y de Agripina, la propia madre de Nerón, que se había convertido en una figura opresiva para el otrora clemente emperador. Muertes que Séneca tuvo que aceptar y hasta justificar. Hay que decir en su defensa, que de haber sido crítico con Nerón hubiera muerto mucho antes. Pero es curioso que él mismo en su Tratado sobre la tranquilidad de ánimo, expusiera que el filósofo no debía comprometerse ni aceptar obligaciones que recorten su libertad. Por lo que estamos ante una personalidad compleja, llena de contradicciones entre su pensamiento y su vida. Quizás Séneca quiso ser inspirador de un virtuoso imperio romano, e intentó que su apuesta por la clemencia calara en el potencial de Nerón. Aunque finalmente su discípulo, no tomará la senda de la benevolencia marcada por su mentor.
De modo que las extravagancias del emperador y la muerte de Burro, hacen que Séneca solicite permiso para abandonar la corte y se retira durante tres años de la vida pública. Hasta que en el año 65 es acusado por Nerón de haber inspirado la fracasada conspiración de Pirón contra Nerón, ordenando a su antiguo maestro que se suicidara. Puede que esa conspiración fuera la forma de vengarse de Séneca, contra su discípulo, del que había tolerado todos sus desmanes. Séneca acata la orden y no sólo se corta las venas, sino que bebió cicuta, y para facilitar la hemorragia, decidió meterse en una bañera de agua caliente. Una muerte llena de arrogancia estoica, similar a la de Sócrates, que se torna conmovedora, ya que su mujer, Paulina, intentó suicidarse junto a él. Pero los soldados, siguiendo orden de Nerón, impidieron la muerte de su mujer, algo que Séneca nunca llegó a saber. Estamos ante otro ejemplo más de que el poder supremo de un gobernante no es compatible con la libertad de pensamiento. Un hecho que es una constante en
Muerte de Séneca según Jacques-Louis David.
Muchos entienden, y yo también lo comparto, que fue un filósofo comprometido que sacrificó su independencia, a pesar de renegar de su pensamiento, para ser útil en su tiempo. A través del intento de adoctrinar, como director de conciencia, a un gran emperador, algo en lo que fracasó. A pesar de su escaso éxito con Nerón es considerado uno de los grandes de los pensadores morales y ensayistas, con una extraordinaria influencia en el pensamiento humanista moderno. Al proclamar la reflexión filosófica como el mejor modo de lograr la felicidad. Séneca reflexionaba hace unos 20 siglos con estas palabras: que no es que no tengamos tiempo “sino que perdemos mucho. Nuestra vida es suficientemente larga (…) para poder realizar las más altas empresas (…) Pero si se disipa en el lujo y la indolencia…” corre y se hace corta, no obstante si la administramos bien resulta extensa…
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