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Acceso norte al Palacio de Cnosos. |
En Creta entre 2000 y el 1400 a. C. aproximadamente, en la Edad del Bronce, se desarrolla una cultura muy original, la civilización minoica. Caracterizada por numerosas unidades palaciales independientes destacando: Cnosos al norte y Faistos al sur. Ciudades pacificas, sin amurallar, con un marcado carácter marítimo y comercial, base de su economía junto con la agricultura y la ganadería. En las ciudades destacaba la relevancia de los palacios, igualmente sin amurallar. Dichos palacios eran el centro administrativo y de aglutinación social, como atestiguan las famosas tablillas con inscripciones en una lengua no descifrada, el denominado Lineal A, que están relacionadas con el reparto y control de sus recursos. Estamos ante palacios de arquitectura compleja que recuerda a la egipcia, con diversos accesos y miles de estancias estructuradas entorno a un patio central. Se trata de edificios de planta laberíntica y profusamente decorados. Su religión estaba basada en la adoración a las diosas madre o “diosas de las serpientes” y la importancia simbólica del toro. Destacan sus manifestaciones artísticas, como la cerámica con motivos florales o marinos y la orfebrería del metal.
Propileos de la entrada sur de Cnosos.
Hay que destacar el fastuoso
Palacio de Minos en Cnosos, cuyo descubridor fue el británico
Arthur Evans en el año 1900. En pocos días saca a la luz gran número de esas tablillas de barro con caracteres desconocidos, que hasta mediados del siglo XX no se descifran como escritos en griego arcaico o Lineal A. En tan sólo dos años documenta y excava la totalidad del palacio, descubriendo su gran patio central, sus famosas estancias reales o su sala del trono. Pero Evans no sólo realizó trabajos arqueológicos en Cnosos, además decide restaurar el palacio, con la ayuda del arquitecto británico
Christian Doll. Una reconstrucción que aún hoy sigue generando polémica, no pocos son los detractores de su poco sistemático método de excavación, además de que Evans imagina o inventa numerosos elementos del palacio y de su profusa decoración sin base arqueológica alguna. Las criticas se centran también el materiales utilizados poco acordes con la cultura minoica como vigas de hierro o el cemento. Independientemente de la polémica Evans aportó solidez al palacio e hizo su visión del legendario
palacio del rey Minos.
Famoso fresco del salto de toro, vestíbulo de entrada del Palacio de Cnosos.
En el sistema palacial minoico el palacio era el centro político, administrativo, económico y religioso, no sólo estaba Cnosos y hay que destacar otros palacios como:
Festo o Faistos (ya mencionado),
Maliá,
Zakro y
Hagía Triada. La riqueza y la fuerza de estos centros palaciales residía en su poder comercial, la llamada
talasocracia cretense, la flota minoica dominaba el mediterráneo desde el Egeo hasta Egipto y el Próximo Oriente. El Palacio de Cnosos, además de ser la residencia real, era el centro de organización y reparto de todas la materias primas y recursos. El palacio recibía los impuestos recaudados y los excesos de producción, y para administrar tal riqueza los reyes contaban con amplio grupo de nobles relacionados por parentesco y con un aparato burocrático complejo y desarrollado, para controlar un territorio de hasta unos 1.500 kilómetros.
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Las famosas Pythoi o tinajas de almacenaje de Cnosos. |
Su arquitectura era de una extraordinaria complejidad, contaba con más de
1.500 estancias, y estaba pensada para impresionar al pueblo y al visitante. Ya que se veía obligado a recorrer sus miles de estancias profusamente decoradas antes de acceder al salón de trono o las estancias reales. Era el símbolo del poder de la monarquía minoica y servía para aseverar su posición de superioridad. Como ya he mencionado antes, era un palacio sin amurallar, al contrario que los grandes palacios orientales, dando la sensación de que los monarcas minoicos no temían a ningún enemigo, algo totalmente inusual. El palacio se organizaba alrededor de un
gran patio central de unos 1.250 metros cuadrados, al que se accedía por
dos entradas y
dos corredores, uno norte y otro sur, decorados con frescos. El patio era elemento fundamental al otorgar luz a las estancias, que estaban organizadas en torno a él. Además al servir de centro de reunión celebración de juegos y ceremonias religiosas. Los juegos están documentados por los frescos, destacan la
tauromaquia o salto del toro y el
pugilato. En el norte, junto a la entrada y el corredor, destaca la
gran hipóstila sostenida por diez grandes columnas, que Evans imaginó de rojo y negro.
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Sala del Trono. |
A la izquierda, en la zona oeste, nos encontramos con una
gran escalinata de acceso al primer piso y una
gran sala de recepción con columnas y frescos que representan los famosos
escudos en forma de ocho de los minoicos, junto a la famosa
Sala del tesoro. Pasada la gran escalinata llegamos a la
Sala del Trono, donde Evans descubrió un trono de piedra enmarcado en bancos corridos y el famoso
fresco de los grifos. Junto con la importancia de los
21 almacenes, que constituían la reserva del Estado. Evans imaginó un palacio de cinco pisos estructurados en terrazas, con cubierta plana y cornisas decoradas con el símbolo más característicos del mundo minoico, los
cuernos de toro de piedra, que aún se conservan en el propileo del acceso sur.
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Megarón de la reina. |
A la derecha, en la zona este, se sitúan más almacenes, donde aparecen gran nº de tinajas de almacenaje o
PHITOI, y los talleres reales, junto con numerosas estancias o apartamentos. Además de una
gran escalinata abierta al patio con columnas de fuste y capitel de madera. También encontramos la
estancia del Rey que estaba unida a la famosa
sala de las hachas dobles, el hacha doble o
labrys es el símbolo real minoico, que decoraban sus muros. Y el famoso
Megarón de la Reina o estancia de la reina decorada con frescos de delfines y cenefas en espiral, contaba con patios de luz interiores y un balcón exterior. Destaca la adosada
sala de baños, que contaba con una bañera de terracota y unas letrinas con un avanzado sistema de canalización de aguas, esto es, agua corriente. Un hecho que parece confirmar que la sociedad minoica era cuasi matriarcal, por el destacado papel social de la mujer y por la constante presencia de la divinidad femenina o
diosas de la fertilidad en el arte y la religión cretenses.
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Ritón en forma de cabeza de toro, símbolo religioso minoico. |
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Diosa de las Serpientes de Cnosos.
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Los palacios se ven afectados con un gran desastre natural en el 1470 a. C., el famoso maremoto por erupción volcánica de la Isla de Tera. La flota se hundió y el comercio desapareció, los campos quedaron inservibles, y muchos palacios perdieron su hegemonía en la zona como: Festo, Maliá o Zakros. Quedando Cnosos como centro hegemónico de Creta en el 1450 a. C., pero hacia el 1400 a. C. se inicia la dominación micénica de Creta. Micenas con su civilización comercial y belicosa se hace con el dominio del mundo minoico, un dominio que se mantiene hasta el siglo XII a. C. El fin del palacio de Cnosos se calcula entre el 1350 y 1200 a. C., su destrucción aún hoy sigue siendo una incógnita por lo que muchas son las hipótesis al respecto: un ataque exterior para acabar con el poder marítimo cretense, otro maremoto o catástrofe natural, o una revuelta interna de los cretenses contra sus dominadores micénicos que acabaría con la destrucción de Cnosos, quizás la teoría más plausible, al menos desde mi punto vista.
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Plano del laberíntico Palacio de Cnosos. |
En definitiva, el poder de la cultura minoica, la complejidad de su arquitectura y su constante culto al toro hicieron que Evans relacionara, sin mucho esfuerzo, la estructura laberíntica del Palacio de Cnosos con el laberinto que Dédalo construyó para encerrar al minotauro del famoso rey Minos, hijo de Zeus. La leyenda señala que fue la esposa de Minos, Pasífae, la que encargo a Dédalo la construcción del laberinto para encerrar al minotauro surgido de su incestuoso amor con un toro. Una vez más la leyenda y la realidad se mezclan, ya que Evans se guió por el mito para organizar su excavación y de paso esclarecer los secretos de una de la culturas más apasionantes de la Historia.
Bibliografía adicional:
Etienne, R. F.: La Antigua Grecia. Historia de la Arqueología helenística. Barcelona.1998
Roldán J. M. (DIR.). Historia de la Grecia Antigua. Ed Universidad. Salamanca.1998
J. Chadwick. El mundo micénico. Alianza, Madrid, 1998.
Completísima reseña de una obra arquitectónica verdaderamente fascinante. Me ha gustado el grupo que me recomendaste, no sé a ti, pero a mí me recuerdan algo a "Angra".
ResponderEliminarUn abrazo campeón.
Con semejante palacio, con mil quinientas estancias, no es de extrañar que se identificase palacio y laberinto, y que para salir de allí hiciera falta un hilo con el que evitar perderse. Enigmático también el fin de esa cultura. Un saludo, Pedro.
ResponderEliminarMuchas gracias Ricardo, me alegra que te haya gustado mi entrada sobre el gran palacio de Cnosos y su fascinante cultura, y que además que gusten los Eumenia, como dices suenan a los mejores Angra o los mejores Kamelot, una grata sorpresa. Un gran abrazo amigo
ResponderEliminarDesdelaterraza agradezco enormemente tu visita a mi blog y quee hayas encontrado interesante mi breve acercamiento al mundo minoico. Como dices el palacio de Cnosos tenía todas las papeletas para que Evans lo identificara con el laberinto de Minotauro. Y es verdad, como tantas otras culturas de la antigüedad la minoica tiene un final repentino y misterioso. Otro cordial saludo amigo y gracias.
ResponderEliminarExcelente blog. Muchas gracias.
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